"Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.
Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.
Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada" (Jeremías 20:7-11)
La vida de Jeremías es un ejemplo para todo aquel que quiera ser siervo de Dios. Este hombre no la paso fácil; tuvo muchas oportunidades de dejar su llamado por ser demasiado difícil, con tal de no ganarse tantos problemas, con tal de tener la aprobación de los demás, o simplemente una vida mas segura. Sin embargo no lo hizo. Eso no significa que no tuviera dudas, incertidumbre o que siempre se sintiera bien con respecto a la voluntad de Dios para su vida. Todo lo contrario, en el verso leído líneas arriba vemos el clamor de un hombre que esta puesto en estrecho: el servir a Dios le había traído mas problemas que bendiciones, sufría escarnio, rechazo, murmuración, violencia; sin embargo, a pesar de la necesidad, de la traición de sus paisanos, de la escasez, de todo lo que se vivía en ese momento en su pueblo (recordemos que Jeremías vivió en los últimos años de vida del pueblo de Israel antes de la cautividad en Babilonia, la destrucción de Jerusalén y la muerte de miles de judíos y el exilio de muchos mas a manos de Nabucodonosor); el reconoció que la fuerza que estaba tras de sus acciones era mas que su propia determinación: era el fuego divino, la fuerza dada por Dios mismo a sus siervos para cumplir sus propósitos por mas duros que estos puedan ser. Y Jeremías lo reconoció y actuó en consecuencia, con confianza en que si Dios lo había llamado, El lo sustentaría y protegería en todo tiempo.
Todo en la vida se trata de las decisiones que tomamos. Estas revelan verdaderamente aquello tras lo que va nuestro corazón. Muchas personas, a lo largo del tiempo, mostrarán que aquello que dominaba su corazón era el amor al dinero, a los títulos, al reconocimiento, a la aprobación de los demás, a "superarse" y amontonarse de todo tipo de estudios y especializaciones.
Otros mostrarán que aquello que los dominaba era la lujuria, el deseo desmedido por el sexo o simplemente por no estar solos. Se verá su desesperación por tener alguien al lado, aunque para ello tengan que vender sus convicciones, su integridad y su testimonio delante de Dios y de los hombres.
También habrán algunos que mostraran una seria indecisión, un descuido total y una falta de visión para el futuro: viviendo solo en el hoy, no considerarán que sus decisiones de hoy afectan su mañana, el suyo y el de su descendencia.
Pero si tu, a pesar de tener todo tipo de posibilidades de crecer y superarte; a pesar de tener dinero en tus manos y la posibilidad de tener mas, a pesar de pasar todo tipo de problemas y pruebas; a pesar de tener presión, soledad, rechazo, escasez, incomprensión, murmuración; a pesar de pasar mucho tiempo en incertidumbre, mucho tiempo sin que suceda nada extraordinario; si a pesar de todo ello lo único en lo que piensas es en servir al Señor y solo te puedes ver en el futuro sirviéndole a tiempo completo con todo tu ser y corazón: enhorabuena! Eres un llamado por Dios a su servicio en el ministerio. Hay un fuego en tus huesos que no se puede apagar porque fue encendido por Dios mismo. No lo dudes mas, reconoce la mano de Dios sobre ti y actúa en consecuencia: valora tu llamado, procura vivir en santidad y en testimonio delante de Dios y los demás y prepárate! Estudia la Palabra, busca a Dios en oración, sirve al Señor con lo que tengas a la mano y espera humildemente: NO SE TRATA DE "TU" MINISTERIO. No se trata de que TU ERES EL GRAN SIERVO de Dios.
Nada de eso, solo eres un instrumento, vacío, hueco, inútil, que no sirve para nada; a no ser porque el Rey de Reyes y Señor de Señores te miró para usarte de acuerdo a sus soberanos propósitos. Eso no significa que debas tomar en poco tu llamado: hónralo porque es una dignidad dada por Dios a algunos. Y sueña, sueña con servirle con excelencia, hasta el ultimo día de tu vida. Y cuando vengan mas circunstancias a tu vida, recuerda que el hecho de que a pesar de todo no te rindes al anhelar servirle es el fuego en tus huesos que Dios puso en ti. Y si lo puso, El lo usará en su debido momento. ¿Estas preparado para cuando llegue ese momento?
¿Estarás listo para predicar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo, siendo un testigo fiel, uno que fue transformado por ese evangelio que predica? ¿O serás uno mas de lo que hablan cosas que no saben ni entienden, vanamente hinchados por su mente carnal, que se piensan que el ministerio se trata de ser mas populares, mas exitosos, tener la iglesia mas grande, el ministerio mas influyente?
Si al primer problema dejas de predicar y servir al Señor, ¿como Dios te podría encomendar tareas mas elevadas? ¿Es fuego en los huesos lo que tienes o una simple curiosidad por servir a Dios? El tiempo y las pruebas probarán la validez de tu llamado.
Amén!