Hace poco mas de 2000 años, mientras que para todo el mundo era una noche mas, en un pequeño poblado de Israel, en el lugar mas humilde del mundo, nacía conforme a lo que Dios había profetizado en su Palabra, el Hijo de Dios. El Rey de Reyes y Señor de Señores, ante el cual algún día todos hemos de doblar la rodilla se humillaba a si mismo, haciéndose hombre y sometiéndose a las limitaciones humanas para morir como el peor de los criminales por obediencia a su Padre y por amor a la humanidad.

En esa noche especial, sólo sus padres, unos cuantos pastores y luego unos reyes magos supieron de tal evento de proporciones cósmicas. Para todos los demás, siguió siendo una noche como cualquier otra. Siguieron viviendo sus vidas tal y como ellos pensaban. Vivieron, ignorantes de que Dios había venido al mundo y caminaba entre ellos. Murieron ignorantes del amor y el perdón que Cristo ofrecía a la humanidad.

El nacimiento del Rey de Reyes fue en un humilde pesebre

Cientos de personas lo odiaron, lo insultaron, lo golpearon. Incluso, siglos después han habido siempre personas dispuestas a ridiculizar el nombre de Jesucristo, odiándolo sin causa, no dándole la gloria que merece el Hijo del Altísimo, y no arrepintiéndose de la maldad de sus corazones y su desobediencia a la Palabra de Dios. Vivieron sus vidas ignorantes del amor de Dios y murieron lejos de la salvación del Señor.

Sin embargo, Cristo murió y resucitó. Vive ahora y vive para siempre. Vino en humildad; pero creemos, conforme a lo que dice la Palabra de Dios, que un día volverá a juzgar a este mundo que le ha dado la espalda. De la misma forma como sucedió en su nacimiento, para la mayoría de personas hoy será una noche mas, sólo especial por la comida y los regalos, pero nada más. Para otros será una noche de juerga, tragos, etc. Sin embargo, que lejos esta eso de la esencia verdadera de lo que celebramos en la Navidad.

Cristo murió pero resucitó

Esta noche celebramos el nacimiento del Señor Jesús. El Hijo de Dios tenía que hacerse hombre para ser un adecuado representante de la humanidad y tenia que sufrir la muerte porque ese es el castigo de MI pecado y el TUYO. Se humilló por TI y por MI, tomando nuestro lugar en la cruz. Yo debía morir pero El lo hizo por mí. Lo creo y recibo ese amor incondicional de Dios. Hoy celebramos el regalo del amor de Dios a la humanidad.

Mas allá de la comida, los regalos, la compañía y todo el sistema de marketing que se ha armado alrededor del 24 de Diciembre, reflexionemos un momento: Cristo murió por mi, dio su vida por mí; pero ¿yo que le he dado? ¿Que le daremos al Señor en este día? La respuesta la tienes tu.

Amén!

"Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.
Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían:
¡Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!"
           (Lucas 2:10-14)

"Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses 2:5-8)