Una de las cosas que más limita a un creyente a cumplir el propósito de Dios para su vida es como maneja su vida sentimental y sexual. Muchos creyentes caminan en soledad, frustración, dolor y vergüenza solo porque tomaron decisiones equivocadas en cuanto al amor y al sexo, no siguiendo la sabiduría de Dios sino sus propios pensamientos o patrones del mundo pecaminoso. Y si bien es cierto la Biblia no nos da enseñanzas específicas sobre el enamoramiento y noviazgo, encontramos principios claros sobre el amor, el matrimonio y la pureza en la vida sexual que Dios desea para sus hijos, lo cual no excluye el gozo, placer y bendición que es el sexo cuando se disfruta en el contexto de lo que el Señor ha establecido.
Hay dos principios generales que tenemos que tener en cuenta pues son los cimientos de todo lo que vamos a tratar de aquí en adelante. Estos son:
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A. La obediencia a Dios produce gozo, paz, bendición y un sentido de satisfacción y plenitud. La desobediencia a Dios produce culpa, vergüenza, dolor y un sentido de frustración e incertidumbre: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8) – “Ahora, pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas prosperidad?” (Deuteronomio 10:12-13). Esto quiere decir que cuando nos va mal en el ámbito de lo emocional o lo sexual no es responsabilidad del Señor, sino nuestra porque nosotros hemos fallado en escudriñar la Palabra de Dios para buscar su sabiduría y si la sabemos, entonces hemos fallado en obedecerla.
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B. La meta del creyente para su vida está directamente relacionada con la visión global de Dios para toda la creación: que su nombre sea alabado y glorificado en Cristo Jesús por la salvación de almas que estaban condenadas al infierno. Por ello, el creyente debe cumplir el Gran Mandamiento: “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento” (Mateo 22:37-38) y la Gran Comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28:19-20). Entonces, todo lo que el creyente haga debe estar supeditado bajo estos dos mandamientos; en específico, el conyugue que el creyente soltero buscará debe ser una persona que le ayude a cumplir estos dos mandatos.
Teniendo estos dos principios generales como marco del tema que estamos desarrollando, vamos a considerar lo que es, y lo que no es, la voluntad de Dios para el creyente con respecto al amor y al sexo. Dado que no hay una enseñanza sistemáticamente organizada en las Escrituras sobre este tema, vamos a considerar diversos principios organizados por el sentido común y la experiencia y que esto nos sirva como una pequeña guía para el momento en que estemos orando por un conyugue, cuando estemos conociendo a una persona para tal efecto, incluso para cuando ya nos hayamos comprometido o casado. La Palabra de Dios es relevante y puede hablar a nuestras vidas sea cual sea la etapa de nuestra vida en la que nos encontremos.
I. Es la voluntad de Dios con respecto al amor y al sexo que:
1. Un hombre se una a una mujer en el santo matrimonio (Génesis 2:24-25, Proverbios 5:15-23). Esto implica la separación de sus padres para el inicio de una nueva etapa de conocimiento e intimidad con su esposa, lo cual debe ser una fuente de gozo y bendición no solo física, sino en todo aspecto. Que importante que durante la relación y en el matrimonio, ambos creyentes cuenten con la bendición de sus padres y personas de confianza (Génesis 24:59-60)
2. El creyente viva en pureza sexual (1 Tesalonicenses 4:3), antes y durante el matrimonio. Si bien es cierto el sexo nos ha sido dado como fuente de gozo y placer para los esposos, este no debe ser utilizado de formas no naturales o egoístas, sino como la expresión física de la intimidad espiritual y emocional que debe existir entre el marido y su mujer. El sexo debe ser practicado regularmente entre esposos (1 Corintios 7:5), de manera exclusiva entre ellos (Hebreos 13:4) y no siguiendo las prácticas aberrantes de los que no conocen al Señor (1 Tesalonicenses 4:5, Efesios 4:17-19).
3. El creyente casado no se separe de su mujer, sino que la ame Como cristo a la iglesia y que tengan hijos temerosos del Señor (Efesios 5:25-33, Génesis 1:27-28). El matrimonio según la Palabra de Dios es para toda la vida (Mateo 19:4-6) y el varón tiene mandatos específicos sobre amar a su mujer de la misma forma que Cristo amó a la iglesia, sustentándola, cuidándola y proveyendo para ella. Asimismo, la mujer debe respetar y sujetarse a su marido como la Iglesia se sujeta a Cristo Jesús. Ambos deben someterse los unos a los otros en el temor de Dios, pero la cabeza del matrimonio es el varón por diseño de Dios (1 Corintios 11:3) y la mujer debe ser reflejo de su esposo (1 Corintios 11:7). Ambos deben considerar el mandato bíblico de fructificar y multiplicarse y tener hijos, los mas que puedan y criarlos en el temor y disciplina del Señor (Efesios 6:4).
4. El creyente manifieste el amor bíblico de compromiso (1 Corintios 13:4-8a). El amor que los creyentes deben desarrollar en sus noviazgos y matrimonios debe ser el amor bíblico, incondicional, cuyas características son claramente expuestas en la Palabra de Dios. Esto toma tiempo, disposición y voluntad de ambos creyentes para desarrollarlo. La pasión normalmente empieza muy rápido y es intensa; pero el verdadero amor toma tiempo, empieza despacio e involucra no tanto las emociones sino una decisión firme de la voluntad.
5. Tanto hombre como mujer sean ejemplo de virtud (Proverbios 20:6-7, 31:10-31). Una relación de noviazgo y un matrimonio sólido son construidos cuando ambos participantes están comprometidos cada uno en ser obedientes al Señor en su crecimiento espiritual, están madurando en la imagen del Señor Jesucristo y están comprometidos entre ellos.
II. No es la voluntad de Dios con respecto al amor y al sexo que:
1. Un hombre o mujer se queden solos a menos que tengan el don de continencia. El mismo Señor dijo en su Palabra que “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18). Dios mismo ha diseñado el matrimonio como un instrumento de santificación y protección para el hombre, así como una fuente de gozo y bendición. Pablo también consideró este asunto en su carta a los corintios: “ Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando” (1 Corintios 7:8-9)
2. Un creyente practique inmoralidad sexual. El creyente no debe cometer inmoralidad sexual porque esto desvirtúa el diseño y propósito del sexo que Dios le ha provisto al ser humano. La fornicación, adulterio, masturbación, pornografía y demás aspectos de la inmoralidad sexual vuelven egoísta a quien lo practica, distorsionan su mente y lo centran en una vida de impulsos y pasiones, entristeciendo al Espíritu Santo y resistiéndole (Romanos 6:12, Santiago 1:13-15, 1 Pedro 4:1-3).
3. Un creyente no madure espiritualmente y emocionalmente. Es la voluntad de Dios claramente que el creyente madure espiritualmente y esa madurez involucra todo aspecto de la vida, no solo la espiritualidad. Esta madurez se realiza en la medida que renovemos nuestra mente (Romanos 12:1-2) y que nos despojemos del pecado y empecemos a caminar en la obediencia a Dios (Efesios 4:22-24).
4. Un creyente no prospere en su vida sentimental por algún pecado o herida del pasado. No podemos vivir atados al pasado, dado que Cristo nos ha hecho nuevas criaturas (2 Corintios 5:17) y nos ha dado la libertad gloriosa en Cristo Jesús para que vivamos agradándole a Él.
5. Un creyente no se case por egoísmo, temor, dureza de corazón o por temor al compromiso. Uno de los aspectos del verdadero amor es que no es egoísta, así que no casarnos por temor al rechazo, a dejar nuestra comodidad, porque nos hemos acostumbrado a una “eterna adolescencia”, porque no queremos darnos problemas al tener hijos o no queremos asumir el compromiso es pecado porque estamos yendo contra el diseño de Dios.
6. Un creyente viva su vida emocional a ocultas, siguiendo los patrones del mundo en vez de la sabiduría de Dios. No seas sabio en tu propia opinión (Proverbios 3:7). No hagas las cosas a ocultas porque Dios saca todo a la luz (Mateo 10:26) y eso significa que algo de lo que estás haciendo está mal o te avergüenza porque quien no tiene nada de qué avergonzarse hace las cosas a la luz.
III. Principios de Dios con respecto al amor y al sexo:
1. Deléitate en el Señor (Salmos 37:4) que Él va a guiarte en todo lo que tu emprendas pues estará moldeando tu corazón y renovando tu mente (1 Samuel 10:6-7).
2. Ora por un futuro cónyuge. No ores para que el Señor “te lo traiga” porque no vemos eso en la Escritura, sino ora porque el Señor te de sabiduría y dirección para elegir correctamente (Santiago 1:5).
3. Muéstrate amigo para tener amigos de entre los cuales vas a elegir a tu futuro cónyuge. Toda relación se basa o tiene su inicio en la amistad y el conocimiento de la otra persona. No puedo tener una relación con nadie si no he cultivado las habilidades de comunicación y trato con mis hermanos en la fe. La Biblia enseña algunos principios al respecto:
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“El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano” (Proverbios 18:24)
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“Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros” (Efesios 4:25)
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“que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano; porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y testificado” (1 Tesalonicenses 4:6)
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“No reprendas al anciano, sino exhórtale como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza” (1 Timoteo 5:1-2)
4. Busca características claves en un futuro candidato(a) – sin involucrar sentimientos
- Temor de dios
- Conocimiento de dios, piedad
- Un carácter sólido, estable
- Madurez espiritual, emocional
- Otras características compatibles con tu carácter
- OJO: no busques perfección porque tú no eres perfecto
5. Busca consejo de Dios, tu pastor, tus líderes y hermanos maduros en la fe sobre la persona que has visto. Recuerda que en la multitud de consejeros esta la victoria y la sabiduría (Proverbios 11:14, 15:22, 24:6).
6. Ora un poquito más mientras sigues conociendo a la persona en el contexto de la iglesia local. Nunca es suficiente tiempo de oración y nos ayuda a pensar mejor las cosas, a no actuar solo por sentimentalismo y aprender a depender de Dios (1 Pedro 5:6-7).
7. Acércate y da el paso para conocerla un poco más – salidas a conversar, pasar tiempo. Ten en cuenta que por sobre todas las cosas tienes que actuar con madurez. Salir no significa nada, no hay compromiso previo aún, así que este tiempo es para mirar si ambos tienen la misma visión de vida (Amos 3:3) y tienen que respetar los límites de la amistad. Una cosa es una amiga con quien sales, otra muy diferente si ya han empezado una relación con miras a un noviazgo. Una cosa muy diferente es tu novia y por ultimo tu esposa. Las escenas de celos, el compromiso unilateral, las salidas constantes a solas, las llamadas, los regalos, el romanticismo están reservados para una relación no cuando no se ha iniciado nada.
8. Muestra claramente tus intenciones – si la invitas a salir es porque estas muy seguro que ella es una candidata ideal. Habla con la verdad y si estás seguro. Muestra tus intenciones claras y buenas delante de Dios. Si no estás seguro, piensa que no debiste empezar a salir con nadie porque estas ilusionando a la otra persona. Mucho cuidado con buscar perfección.
9. Si hay aceptación, oren juntos, conversen con su pastor y/o líder y sigan saliendo juntos. Es tiempo de empezar una relación exclusiva, donde ya no deben salir ni mirar a nadie más. Es tiempo de empezar a conocer a la familia de la otra persona, orar y comenzar a hacer planes.
10. Planifiquen la pedida de mano – futuro matrimonio, preparativos, ahorros, planes, es tiempo de conversar más íntimamente sobre algunos aspectos futuros del matrimonio. Mucho cuidado con pasar tiempos a solas por la tentación sexual (2 Timoteo 2:22).
11. Matrimonio. Disfruten de este momento maravilloso con la bendición de Dios, de los padres y de los amigos y hermanos de la Iglesia. Es un tiempo muy estresante por todos los preparativos, ¡pero ánimo! Pronto serán esposos y podrán descansar de estas coordinaciones. Mucho cuidado con sobrepasar el presupuesto que se han asignado.
12. Luna de miel. Disfruten del placer sexual ordenado por Dios y de un tiempo a solas donde puedan conocerse en los demás aspectos donde aún no se han conocido.
13. Primeros meses de casados. Este es un tiempo de ajuste, donde es necesaria la paciencia, el amor y la comprensión pues descubrimos algunos pequeños aspectos de nuestra pareja en su convivencia diaria que no conocíamos.
14. El primer hijo. Este es otro tiempo de ajuste, donde debemos dejar de pensar en nosotros mismos y empezar a pensar en nuestro bebe. El esposo es llamado a ser paciente, amoroso, cuidadoso y comprensivo con su esposa, quien pasa por drásticos cambios en su cuerpo, estado de ánimo y aún físico.
15. Edifiquen su matrimonio sobre la roca que es Cristo.
Conclusiones
El apóstol Pablo enseñó a su joven discípulo Timoteo:
“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4:12-16). Un creyente tiene que dar la gloria a Dios en todo lo que hace, en todo lo que dice y en su testimonio de su vida emocional.
Amén!