En esta oportunidad quiero compartir con ustedes una historia de la Biblia, del encuentro del Señor Jesús con una mujer samaritana, una mujer despreciada, rechazada, que había cometido muchas equivocaciones en su vida, pero que estaba a punto de cambiar su vida por completo al encontrarse con el Señor, quien partiendo de un dialogo aparentemente casual, llega a confrontarle con su pecado y revelarle su identidad como Salvador y Mesías.

El encuentro de Jesús con la mujer samaritana nos muestra el trato de Dios con el pecador necesitado de su gracia y salvación: La iniciativa es de Dios quien busca al pecador, quien tiene barreras y obstáculos en su mente al ser confrontado con el evangelio. Asimismo, tiene que ser consciente de su necesidad del evangelio de la salvación. Por último, el pecador debe ser confrontado con su pecado, con las consecuencias de este y con la provisión que Dios ha hecho para solucionar el problema del pecado en el sacrificio del Señor Jesucristo.

Leamos por favor el evangelio de Juan, capítulo 4, versos 5 al 18:

«Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí. Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla. Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad«

1. Jesús toma la iniciativa de buscar al pecador (v. 5-9)

«Vino, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí«

  • Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que la región de Samaria era habitada por pobladores que tenían una enemistad de muchos siglos con los judíos. La ciudad de Sicar, también llamada Siquem, situada en la antigua tierra de Canaán (la tierra prometida a Abraham) fue el lugar donde Jacob compro propiedades, cavo un pozo y le heredó a su hijo José por mandato expreso. Posteriormente, con el paso de los siglos, esa parte fue habitada por los samaritanos, judíos que se mezclaron con gentes de otras naciones; por ello, los judíos que se habían mantenido puros racialmente hablando los despreciaban y no los consideraban parte del pueblo de Dios.
  • La Biblia dice que le era necesario a Jesús pasar por Samaria (Juan 4:4) y al llegar al pozo de Jacob, siendo la hora sexta (esto es aproximadamente las 12 del mediodía, la hora de mayor calor), se sentó el Señor cansado del camino junto al pozo.
  • Aquí vemos una mujer samaritana que aparece para sacar agua del pozo. Esta no era la hora común de sacar agua, pero entendemos que lo hizo así porque era una mujer de mala reputación, así que lo hacía para evitar a la gente y sus comentarios y acusaciones.
  • El Señor Jesús había enviado a sus discípulos a comprar alimentos, así que solo estaban El y la mujer. Es interesante que el Señor había orquestado todo para ese encuentro porque Él es quien le dirige la palabra a la mujer pidiéndole de beber. Esto causó gran asombro en la mujer porque judíos y samaritanos no tenían tratos y eran tan diferentes que aun su forma de vestir era diferente, por eso ella lo reconocía como judío y no como uno de los samaritanos de su pueblo.
  • Dios toma la iniciativa de buscar el pecador. Él es el padre que espera al hijo prodigo, Él es quien deja las 99 ovejas y va en busca de la oveja perdida. La Biblia dice: «porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» (Lucas 19:10). Dios te está buscando pero nosotros siempre ponemos excusas y obstáculos para resistirnos al llamado de Dios: ¿Cómo puede Dios llamarme? ¡Estoy ocupado! ¡Otro día prestaré atención! ¡Yo no soy digno! En este día te invito a dejar de lado toda excusa, todo pensamiento y simplemente prestes atención al llamado de Dios a tu vida: «Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isaías 1:18).  El Señor Jesucristo hoy te llama, presta atención  y deja de lado toda excusa: «Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar» (Mateo 11:28)

El Señor Jesus sale al encuentro del pecador

2. Jesús hace ver al pecador su necesidad real (v. 10-15)

«Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla«

  • Ante las excusas presentadas por la mujer, el Señor Jesucristo atrae la atención de ella hacia su verdadera necesidad: Él no estaba hablando del agua física. El Dios que hizo los cielos y la tierra no tiene necesidad de nada; pero nosotros si tenemos una tremenda necesidad espiritual: estamos perdidos y necesitamos ser salvados del pecado y de la condenación del infierno.
  • Jesús le dice: «¡Si tan solo supieras quien es el que te ha visitado hoy! Tus ojos están viendo y tus oídos están escuchando lo que muchos reyes y profetas quisieron ver y no pudieron. Hoy, el Cristo vivo te ha visitado y si supieras quien es El, tu más bien le pedirías a Él y El Cristo de la gloria te daría agua viva«. Reflexiona conmigo en el enorme privilegio que estaba teniendo esta mujer en ese preciso instante. Ella estaba frente a Salvador del mundo y ¡no tenía nada más que decirle que excusas! Ella debía postrarse ante los pies del Bendito por los siglos, adorarle y suplicarle salvación. Pero ella no entendía, se puso a discutir acerca del origen del pozo y su naturaleza.
  • Jesús nuevamente le dice: Hija, las cosas terrenales jamás pueden satisfacer el anhelo del alma. Dinero, marido, hijos, posesiones, riquezas, nada puede satisfacer la más profunda necesidad del ser humano. El que toma agua volverá a tener sed. El que come volverá a tener hambre. El que duerme volverá a tener sueño. El ser humano no se sacia de estas cosas; pero el que bebe del agua espiritual, la vida eterna que Jesucristo da a quienes se lo piden, saciara la profunda necesidad de su alma y tendrá una paz que no se compara a la del mundo, un gozo permanente y nunca más tendrá sed espiritual, sino que el agua que el Señor nos dará será una fuente de agua que salte para vida eterna. Esto nos habla del Espíritu Santo que Jesús da a los que creen en El, la evidencia de que hemos sido salvos y que pertenecemos a Jesús: «En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado» (Juan 7:37-39).
  • El Señor Jesús le habló claramente a la mujer acerca de su necesidad. Ella llenaba un cántaro de agua cada día porque lo necesitaba, pero eso era un reflejo de su vida espiritual: vacía, seca, ella siempre tenía necesidad de amor, de fe, de paz, de gozo y nada podía llenar eso porque ella estaba perdida. Jesús le ofrecía la vida eterna, verdadera paz, gozo, perdón y la satisfacción plena que solo la presencia de Dios en nuestros corazones puede dar.
  • La mujer se percató de esto y reconoció su necesidad. Ella dijo: «Señor, dame esa agua para que no tenga sed ni venga a sacarla«. Aun no comprendía plenamente el significado espiritual de lo que Cristo decía, pero ya había reconocido su necesidad. El pecador debe reconocer que está muerto en sus delitos y pecados para acudir al Salvador. El Señor Jesús dijo: «Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Marcos 2:17).
  • ¿Reconoces que tienes una necesidad espiritual? ¿Entiendes que estas vacío, perdido, amargado, esclavo de pecado y que necesitas a Cristo Jesús?

El que cree en Jesús, de su interior correran rios de agua viva

3. Jesús confronta al pecador con su pecado (v. 16-18)

«Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad«

  • Por último, el Señor ahora lleva a esta mujer un paso más adelante y le pide llamar a su marido y volver. Ella reconoce que no tiene marido. Jesús muestra que conoce los corazones de los hombres y confronta a la mujer con una vida pasada de inmoralidad y pecado: ella ha tenido 5 maridos y el actual, el sexto, no es su esposo, es su conviviente. Ella ya había perdido toda moral y sentido de lo correcto. Ya ni siquiera estaba casada, simplemente convivía.  El mandato de Jesús a esta mujer tiene el propósito de que ella se diera cuenta de la realidad de su vida, de lo vacía, seca, intrascendente, muerta que era y que tan necesitada estaba del agua viva que solo el Señor Jesús puede ofrecer.
  • El Señor Jesús nos confronta con nuestro pecado: debemos arrepentirnos de todo pecado y volver a los pies del Salvador. La Biblia dice que la paga del pecado es la muerte, la separación de Dios en el infierno de fuego. Dios te ama y no quiere que te pierdas. Por ello, envió a su Único Hijo a morir por tus pecados, por los míos y por los de toda la humanidad en la cruz del Calvario. En esa cruz, Cristo soporto la ira de Dios por el pecado del hombre para que tú y yo no tengamos que pagar. Él se hizo maldición por cada uno de nosotros y murió, pero resucitó al tercer día. Resucito de entre los muertos y ascendió a los cielos donde está sentado a la diestra de Dios y se le ha dado un nombre que es sobretodo nombre, el nombre de Señor. El Señor Jesús, Rey de Reyes y Señor de Señores. Ahora Dios manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan y crean en el nombre del Señor Jesucristo. La mujer samaritana creyó y fue salva. ¿Cuál será tu respuesta?

Arrepientete de tus pecados y cree en el evangelio

Llamado

Hoy el Señor Jesús te ha visitado, has oído su Palabra y has escuchado el evangelio de la salvación. Hoy el Señor te está llamando a la salvación, arrepiéntete de tu vida de pecado y vuelve hoy al Señor. Confiesa el nombre de Jesús como Señor y Salvador de tu vida, pídele perdón por tus pecados, pídele que sea tu Señor y tu Salvador y Él lo hará. No pongas excusas ni obstáculos para entregarle tu vida al Señor. Hoy es el día de la salvación para tu vida, hoy es el día en que tu vida puede cambiar para siempre.

La Escritura dice: «Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado» (Romanos 10:8-11).

¿Quieres entregar tu vida al Señor?

Oremos

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