La resurrección de Cristo es el evento clímax dentro del gran plan de Dios para la redención del ser humano. Es la demostración de que Dios aceptó la ofrenda de su hijo y la declaración de victoria del Hijo de Dios sobre la muerte y el pecado. El cristianismo no tiene sentido sin la resurrección del Señor, por lo que vamos a estudiar la Palabra del Señor en Mateo 28:1-20

La resurrección es el cumplimiento de las palabras de Jesús (v. 1-10)

Pasado el día de reposo, al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro. Y hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. Su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor. E id pronto y decid a sus discípulos que ha resucitado de los muertos, y he aquí va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis. He aquí, os lo he dicho. Entonces ellas, saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas a sus discípulos. Y mientras iban a dar las nuevas a los discípulos, he aquí, Jesús les salió al encuentro, diciendo: ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies, y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán

Aquí es necesaria hacer una aclaración. Jesús había anunciado que el resucitaría al tercer día:

y diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día” (Lucas 9:22)

Entonces, el Señor fue crucificado y sepultado el día viernes, estuvo en la tumba el sábado y resucitó el domingo. En el mundo hebreo, aun parte de un día es contabilizado como un día completo. Los mismos discípulos dan testimonio de esto en el evangelio de Lucas:

“Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido” (Lucas 24:19-21)

Mateo nos dice que, pasado el día de reposo, vinieron algunas mujeres para terminar de ungir el cuerpo del Señor al sepulcro. Ellas no esperaban realmente que Cristo hubiera resucitado; mas hubo un terremoto. La Biblia nos dice que este terremoto fue causado por un ángel del Señor quien había descendido del cielo y había removido la piedra que sellaba el sepulcro donde había sido puesto Cristo Jesús.

Este ángel era como un relámpago y su vestido muy blanco, como la nieve. A su presencia, los guardas que Pilato había destacado allí para cuidar que los discípulos vinieran y robaran el cuerpo cayeron como muertos. Su sola presencia los paralizó, mientras que para las mujeres el ángel tenia un mensaje maravilloso:

  • Un mensaje esperanzador: ¡No teman ustedes!
  • Un mensaje glorioso: ¡el Señor ha resucitado!
  • Un mensaje verdadero: ¡El cumplió su Palabra!
  • Un mensaje comprobable: ¡Vengan y vean el lugar donde fue puesto el Señor!
  • Un mensaje que deben compartir: ¡Vayan luego y digan a los discípulos que el Señor ha resucitado!
  • Una encomienda a cumplir: ¡Díganles que vayan a Galilea, allí le verán!
  • Un mensaje seguro: He aquí, os lo he dicho.

La Biblia narra que, ante este maravilloso mensaje, las mujeres salieron del sepulcro con temor y gran gozo, y fueron corriendo a compartir las buenas nuevas a los demás discípulos. Mientras ellas iban, Jesús, el Señor resucitado, les salió al encuentro, diciendo ¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies y le adoraron. El Señor volvió a darles el mismo mensaje:

  • Un mensaje esperanzador: ¡No temáis!
  • Un mensaje glorioso: Su presencia validaba su resurrección
  • Un mensaje verdadero: Su presencia validaba sus palabras
  • Un mensaje comprobable: Pudieron abrazarlo y tocarlo
  • Un mensaje que deben compartir: Id, dad las nuevas a mis hermanos
  • Una encomienda a cumplir: para que vayan a Galilea, allí me verán
  • Un mensaje seguro: Su presencia validaba su mensaje

Ahora, ¿Por qué el Señor apareció después del mensaje del ángel? Marcos nos narra la razón:

Y cuando entraron en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron. Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo. Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo” (Marcos 16:5-8)

También nos aclara Marcos que la primera que entró al sepulcro de todas las mujeres que fueron fue Maria Magdalena; y que ella fue quien fue e hizo saber a los demás discípulos lo que había pasado. Ellos se encontraban tristes, llorando y no creyeron el anuncio de la mujer. Uniendo los relatos de los evangelistas vemos lo siguiente:

  • Maria Magdalena, Juana, Maria la madre de Jacobo, Salome y las demás fueron al sepulcro, donde oyeron el anuncio del ángel. Maria Magdalena fue la que entró primero al sepulcro, vio que no había el cuerpo y salió a dar las nuevas a los discípulos.
  • Ella corrió y dio la noticia a Simón Pedro y a Juan (el discípulo que al que amaba Jesús). Esto lo vemos en Juan 20:1-10.
  • Simón Pedro y Juan fueron al sepulcro, aunque fue Simón quien entró primero y no vieron a nadie allí, y regresaron maravillándose de lo que habían visto (Lucas 24:12)
  • Maria Magdalena se quedó llorando junto al sepulcro y mientras lloraba vio a unos ángeles y posteriormente ve al Señor mismo.

Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro; y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto. Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto. Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús. Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro). Jesús le dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; mas vé a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas” (Juan 20:11-18)

También se nos dice que Jesús apareció a dos discípulos que iban de camino yendo al campo. Mas precisiones de esto nos la da el evangelista Lucas:

Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Jerusalén. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo le entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es ya el tercer día que esto ha acontecido. Aunque también nos han asombrado unas mujeres de entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; y como no hallaron su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron. Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lucas 24:13-27)

Vemos entonces que el Señor resucitado apareció a varios: a Maria Magdalena, a las demás mujeres, a los discípulos camino a Emaús, a los apóstoles que estaban reunidos (sin Tomas) y luego a todos los discípulos. Sorprende el ambiente de temor e incredulidad de los discípulos ante la realidad del cumplimiento de la promesa de resurrección del Señor.

 

La resurrección causa escandalo en el mundo perdido (v. 11-15)

Mientras ellas iban, he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy

Solo Mateo narra este evento; pero es suficiente para poder darnos cuenta del impacto de la resurrección del Señor entre sus enemigos. Los fariseos y ancianos al notar lo que había pasado, sobornaron a los soldados para que digan que el cuerpo fue robado por los discípulos del Señor. Mateo, interesantemente añade que esto se volvió un dicho, una leyenda urbana que se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy.

La incredulidad es la marca de la humanidad y no sorprende. Los demás evangelistas narran una misma tónica aun entre los discípulos del Señor: incredulidad:

  • Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado” (Marcos 16:14)
  • Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies” (Lucas 24:36-40)
  • Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (Juan 20:24-27)

Aun vemos que mucho después, el mensaje de la resurrección sigue causando escandalo entre las personas:

Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez. Y así Pablo salió de en medio de ellos” (Hechos 17:30-33)

Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Corintios 1:22-24)

El mensaje de la cruz y la resurrección de Cristo Jesús causa escandalo entre el mundo perdido, pero es el mensaje de salvación para los hombres. Los que pueden abrir su corazón a creer esta maravillosa verdad, Dios les promete salvación y vida eterna:

Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es Señor de todos, es rico para con todos los que le invocan; porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:8-13)

 

La resurrección es una verdad que debe compartirse (v. 16-20)

Pero los once discípulos se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y cuando le vieron, le adoraron; pero algunos dudaban. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén

Mateo nos narra que los discípulos obedecieron al mensaje del Señor después de haber visto todas estas pruebas indubitables. Ellos fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Aquí Jesús les da el encargo conocido como la Gran Comisión: el de ir a todas las naciones a hacer discípulos, compartiendo este maravilloso mensaje hasta que venga el Señor por segunda vez. Aquí se da énfasis a la autoridad del Señor, al mandato de compartir el evangelio, al alcance mundial de esta tarea, a la descripción de la misma y a la promesa de la compañía del Señor todos los días.

Los demás evangelistas también nos dan esta versión de la Gran Comisión:

  • Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Maros 16:15-16)
  • y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Lucas 24:46-49)
  • Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos” (Juan 20:21-23)
  • El libro de los Hechos de los apóstoles nos narra que el Cristo resucitado estuvo en la tierra aun por 40 días más, enseñando a sus discípulos antes de ascender a los cielos:

a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días. Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:3-8)

El mensaje cristiano de la salvación estaba terminado entonces: a partir de este momento se compartiría por boca de innumerables hombres y mujeres el hecho de que Cristo vino a esta tierra, vivió una vida perfecta, murió en una cruz y resucitó al tercer día, y en su nombre Dios otorga perdón de pecados y vida eterna.

 

Aplicaciones para la vida

 

La resurrección es vital dentro del cristianismo. No hay mejor manera de explicarlo que mencionar al apóstol Pablo:

Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí

 

Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados

(1 Corintios 15:1-8, 12-22)

La resurrección de Cristo es la culminación del maravilloso plan de Dios para la salvación del hombre. Evidencia que Dios aceptó el sacrificio de su Hijo para la remisión de nuestros pecados. Nos da esperanza y la certeza de que así como Cristo resucitó, así también nos resucitará a todos lo que creemos en El.

Oremos al Señor.