La celebración del Día del Padre se remonta al 19 de junio de 1909 en Estados Unidos, donde una mujer llamada Sonora Smart quiso homenajear a su padre, Henry Jackson Smart, quien luchó en la guerra civil y quedó viudo pues su esposa murió al dar a luz a su sexto hijo. Este hombre, al regresar de la guerra se hizo cargo de sus 6 hijos y los sacó adelante. Por ello, esta hija agradecida quiso homenajear a su padre. Esta idea fue apoyada por muchos, pero no fue hasta el 1966 que el presidente Lyndon Johnson oficializó el tercer domingo de junio como la celebración del Dia del Padre. Así, muchos países han tomado esta fecha para celebrar a los padres, otros toman el día de San Jose, el 19 de marzo, como el día del padre; pero la mayoría de países en el mundo tienen un día especial para celebrar a los padres.

Por supuesto, este día no es tan celebrado ni conocido como el Día de la Madre; porque normalmente se atribuye un amor mas profundo a las madres; sin embargo, vemos en la Palabra de nuestro Dios que el Señor no se ha revelado a la humanidad como Madre, sino como Padre y el amor mas grande que vemos en la creación es el amor de un padre. En esta línea, el día de hoy quiero meditar con ustedes en un pasaje donde vemos a Dios nuestro Padre celestial moldeando el corazón de Abraham para ser el padre de naciones que Dios le ha llamado a ser. Abraham era un buen hombre, como lo vamos a ver; pero si ha de ser ese líder de naciones, Dios va a formar ese corazón para que sea no solo un buen hombre, sino un gran hombre, con un gran corazón. Que el ejemplo de Abraham nos motive a los que somos padres a ponernos en las manos de Dios para ser formados conforme a sus santos y soberanos propósitos.

Leamos por favor hermanos Genesis, capitulo 18

 

1. Un gran hombre es responsable por la salud espiritual de su familia (v. 1-15)

Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y éste se dio prisa a prepararlo. Tomó también mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron. Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído

 

Una de las primeras cosas que tenemos que ver en este pasaje es el contexto: el capitulo anterior nos dice que Abraham tenia 99 años y aun no tenia un hijo con su esposa Sara. El Señor se le aparece una vez mas y le promete que tendrá un hijo, Isaac, nacido de su propia mujer Sara; a diferencia de Ismael, que era hijo de Abraham, pero con una de las sirvientas de su mujer. El capitulo 21, verso 5 de este libro nos narra el nacimiento de Isaac, cuando Abraham tenía 100 años, así que este capitulo 18 sucede aproximadamente tres meses o un poco menos después de la aparición del Señor en Genesis capítulo 17.

¿Por qué exactamente el Señor repitió la promesa en menos de tres meses a Abraham? Queda claro por este pasaje que el Señor podía haber pasado de largo a Abraham e ir a ejecutar juicio directamente a Sodoma y Gomorra, ciudades perversas; pero no lo hizo. El Señor quiso pasar cerca a Abraham, conversar con el, tratar con su carácter. Vemos aquí la intencionalidad del Señor en tratar con el corazón de su siervo. En estos primeros versos vamos a ver que Abraham era un buen hombre, piadoso, generoso; pero Dios lo quiere llevar a que sea un hombre responsable espiritualmente de su familia. Esa es una de las marcas de un gran hombre de Dios: como lidera espiritualmente a su familia, como es responsable por la salud espiritual de su familia. Notemos lo siguiente:

  • Vemos a tres varones acercarse a donde se encontraban las tiendas de Abraham en la hora de mayor calor del día, cuando los pobladores nómades descansaban en sus tiendas antes de proseguir con sus labores. Abraham, al verlos, sale corriendo de su tienda a recibirlos y se postró en tierra. No sabemos si exactamente Abraham había reconocido quienes eran esos tres, aparentemente vemos por su respuesta en el verso 3 que si. Abraham les invita a quedarse y descansar.
  • Aquí vemos la piedad de Abraham; pues que en la sociedad oriental de los tiempos bíblicos era una buena costumbre poder recibir y homenajear a los invitados que llegaban cansados del camino; pero vemos aun mas que su piedad y hospitalidad. Vemos una iniciativa y una diligencia muy grande en Abraham pues en vez de enviar a sus criados, el mismo corre a pedir a Sara que prepare pan para sus invitados, corre a mandar a su criado a preparar un becerro tierno y bueno y puso comida delante de los invitados, se sentó con ellos debajo de un árbol y comieron.
  • Es muy interesante pensar en que, para agradar al Señor, honrarle, Abraham estuvo dispuesto a levantarse, correr, ser diligente, dar de lo mejor de sus bienes; pero sobretodo tuvo que entregar una vida: un becerro dio su vida para agradar al Señor. Aquí también vemos, aunque veladamente, el hecho de que para que haya remisión de pecados y por ende se restablezca la comunión perdida del hombre con Dios por el pecado debe haber derramamiento de sangre. No es que a Dios le agrade la muerte de nadie, pero el pecado del hombre ha hecho división entre nosotros y nuestro Dios. El es santo y no puede tener comunión con el pecado. No solo eso, sino que debe juzgar y castigar el pecado, como lo vamos a ver en este capítulo. Dios va rumbo a castigar el pecado de Sodoma y Gomorra. Ellos son seres humanos pecadores y no se han arrepentido. Abraham también es un hombre pecador; sin embargo, Dios ha llegado a la vida de este hombre y Abraham tuvo fe en Dios y su fe le fue contada por justicia. Sin embargo, esto tiene un costo: la muerte de un sustituto, que ahora se ve solo por sombras, en el derramamiento de la sangre de animales; pero que luego tendría su perfecto cumplimiento en el sacrificio del bendito e inocente Hijo de Dios, Jesucristo.
  • Una vez comidos, le preguntan a Abraham por su mujer. Ella estaba en la tienda, no con ellos, conforme a las costumbres de esos tiempos, pero en su tienda en sus quehaceres. Dios nuevamente reafirma la promesa que ya había hecho en el capítulo anterior:

Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto. Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera” (Génesis 17:1-2)

Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él” (Génesis 17:19)

  • Sara estaba muy cerca, dentro de la tienda, pero muy cerca y escuchaba la conversación. Se nos vuelve a hacer notar que ambos eran ya viejos y que a Sara le había cesado la menstruación, es decir había entrado en la etapa de la menopausia y ya era físicamente incapaz de concebir hijos. Ahora vemos un momento a Sara, una buena mujer, una mujer sumisa a su marido, pero si ella ha de ser la mujer de un gran hombre, ella también debe ser una gran mujer. Ante esta promesa, su  reacción nos hace pensar que era la primera vez que la oía. Esto entonces supondría que Abraham nunca le dijo nada acerca de la promesa de Dios que ya le había dado tiempo atrás
  • ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” Es muy interesante que fue la misma reacción que tuvo Abraham en el capitulo anterior ante la revelación de Dios:

Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre. Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?” (Génesis 17:15-17)

  • Vemos que Abraham ya había andado por ese camino de la duda; pero la Biblia nos narra que se había fortalecido en la fe. Su esposa ahora debía recorrer ese camino también. Por ello es que ahora si se menciona claramente que Jehová, quien era uno de los tres hombres que se habían acercado a la tienda de Abraham le pregunta, no a Sara, sino a Abraham por la reacción de su esposa: “¿Por qué se ha reido Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?
  • Solo podemos imaginar la cara de desconcierto de Abraham. El hubiera podido responder como Adán: “Es que la mujer que me diste es muy dura de corazón”. Pero no, Abraham no dice nada, se queda callado. La pregunta del Señor es interesante, uno porque se la dirige a Abraham, haciéndolo a el responsable de la reacción de su mujer. Segundo, porque es un reclamo, es como decir: “Abraham, ya hemos tratado de esto de la risa antes, que pasó? ¿Porque no le enseñaste a tu mujer? ¿Otra vez tenemos que volver a lo mismo?”
  • Dios en su paciencia vuelve a reafirmar la promesa: “¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo”. No sólo Abraham, sino Sara también deben fortalecerse en la fe. Es ilógico pensar en un hombre “llamado” pero que su esposa no lo sea también. Es absurdo pensar en un hombre que quiere hacer la obra de Dios, pero dejando de lado a su familia. El es el responsable del hogar, la cabeza de la familia. Dios llamó a Abraham, no a Sara. Dios hace responsable a Abraham, no a Sara. Aquí vemos que se infiere que Abraham debía enseñar a su esposa, debía animarle en la fe, debía recordarle las promesas del Señor.
  • Ante esto, Sara, negó, diciendo: No me reí, porque tuvo miedo; pero el Señor, quien conoce los corazones y sabe todo, dijo: No es así, sino que te has reído. Este es una escena un poco incómoda para el pobre Abraham; pero era necesaria para que entendiera su rol como cabeza de familia. Damos gracias a Dios porque con el tiempo, Sara también creyó como dice la Palabra de Dios:

Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido” (Hebreos 11:11)

¿Qué aprendemos de este pasaje? Aprendemos que antes de que Dios pueda hacer algo grande con un buen hombre, este hombre debe crecer y parte de ese crecimiento involucra a su familia. Si un hombre no puede gobernar su propia casa, no puede hacerse cargo de la obra del Señor. Tener en casa a un buen hombre es algo grato; pero tener a un gran hombre va a llevar al hogar a un nuevo nivel de espiritualidad, fervor y crecimiento. Un gran hombre va a liderar a su familia, va a enseñar a su familia, va a orar por su familia, va a dar ejemplo de piedad, iniciativa, fervor espiritual, diligencia a su familia.

 

2. Un gran hombre guía a los suyos hacia Dios con su ejemplo (v. 16-21)

Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos. Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré

Luego de este tiempo en que el corazón de Abraham y su esposa son confrontados con su duda e incredulidad, los varones (y ya sabemos que uno de ellos era el mismo Señor, Dios el Hijo, Jesucristo antes de su encarnación) se levantaron y empezaron a caminar hacia Sodoma, y Abraham iba con ellos acompañándolos, como dictaba las buenas costumbres de esa época, de despedir a sus visitantes.

Ahora vemos la iniciativa del Señor en compartir a Abraham lo que iba a hacer con Sodoma. La base para esto es: el llamado de Dios al hombre y el comportamiento del hombre frente a ese llamado. Entonces vamos viendo que el trato de Dios se mueve en función de dos aspectos:

  • El llamado de Dios al hombre:Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra?”. Dios había llamado a Abraham e iba a proveer para él todo lo necesario para que cumpla ese llamado. Vamos a ver que el hecho de que Dios le comparta a Abraham lo que iba a hacer tiene mas que ver con el corazón de Abraham que con el destino de Sodoma. Dios ya sabe lo que va a pasar con Sodoma, pero utiliza esta situación para tratar con el corazón del hombre a quien El ha llamado.
  • La respuesta del hombre al llamado de Dios:Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”. La bendición de Dios y el cumplimiento de su promesa están en gran parte ligados a su soberanía y propósitos; pero también están ligados en parte a la respuesta del hombre llamado por Dios. En la desobediencia, terquedad, rebeldía no va a prosperar el llamado de Dios; pero en la obediencia, santidad, sumisión y fe el llamado de Dios va a prosperar y el hombre llamado será de bendición porque Dios traerá todo lo que ha prometido sobre la vida de ese hombre.

Entonces el Señor le declara a Abraham cuales eran sus planes: Dado que el clamor de la injusticia y maldad cometidos en Sodoma y Gomorra se incrementa cada vez mas y su pecado se sigue agravando sin arrepentimiento de sus pobladores, el Señor ha descendido para ver si han consumado su obra de maldad y ejecutar juicio al respecto. La versión LBLA traduce los versos 20 y 21 de la siguiente manera:

Y el SEÑOR dijo: El clamor de Sodoma y Gomorra ciertamente es grande, y su pecado es sumamente grave. Descenderé ahora y veré si han hecho en todo conforme a su clamor, el cual ha llegado hasta mí; y si no, lo sabré” (Génesis 18:20-21)

La pregunta clara es: ¿Acaso Dios no sabía exactamente lo que pasaba en Sodoma sin necesidad de descender a la tierra para verlo? Claro que Dios lo sabe. Es que aquí empezamos a intuir que el obrar de Dios aquí tiene más que ver con la formación de Abraham como un gran hombre para dirigir una gran nación que con Sodoma propiamente dicha. Repito, Abraham era un buen hombre, Dios conocía su corazón; pero Dios no necesita a un buen hombre, Dios quiere formar a un gran hombre, un hombre de ejemplo, de compasión, que sepa liderar, que sepa interceder, que vele por su pueblo, que ame a su descendencia, que enseñe a los suyos con su ejemplo. Estas cosas Dios quiere formar en el corazón de Abraham.

Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará? Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él” (Proverbios 20:6-7)

que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:4-5)

Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” (Deuteronomio 6:4-9)

¿Qué aprendemos de este pasaje? En este pasaje aprendemos que Dios busca formar en el corazón del hombre al que llama un corazón de pastor, de guía, de líder. Un hombre que guía con el ejemplo, con la enseñanza, con su corazón. Esa obra empieza en casa, pero se hace evidente en todos lugares donde se hombre puede desempeñar su labor. Uno de los grandes problemas de la actualidad es que tenemos pequeños hombres para enfrentar grandes desafíos. Los desafíos del tiempo moderno a nuestras familias, a nuestros hijos, a nuestras iglesias y a nuestros países son cada vez mayores; pero el corazón de los hombres, en especial los hombres cristianos, no se ha ensanchado para crecer ante estos desafíos. Tenemos un corazón pequeño, débil, temeroso, pasivo y con un corazón así nada se puede lograr hermanos. Si nuestras familias han de crecer, si nuestras iglesias han de crecer, si nuestra sociedad ha de ser bendecida, nosotros como hombres y padres debemos crecer en primer lugar.

 

3. Un gran hombre tiene un gran corazón de amor y compasión (v. 22-33)

Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová. Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar

Continuando con el relato bíblico, vemos que los dos varones que acompañaban al Señor eran ángeles de Dios y ellos continúan su camino hacia Sodoma; mientras que Jehová se quedó allí en el camino y Abraham delante de él. Aquí empieza algo muy interesante y hermoso porque vemos despertar el corazón de compasión de Abraham por las personas de Sodoma. Claro, el sabía que su sobrino Lot vivía allí; pero no pide solo por Lot, sino empieza a interceder por el pueblo justo que allí se pudiera encontrar. En su conversación con el Señor podemos ver dos aspectos importantes:

  • Abraham apela a la naturaleza de Dios como el Juez justo de toda la tierra. El Juez justo jamás haría algo injusto castigando al justo junto con el malvado. Si, la ciudad de Sodoma es malvada y perversa. No se arrepiente y merece castigo; pero quizás haya cincuenta justos dentro de la ciudad. ¿Dios destruiría la ciudad y no la perdonaría por amor a esos cincuenta justos? Abraham conoce lo suficiente a Dios para saber que Dios jamás haría eso y se lo recuerda al Señor. La respuesta del Señor es clara: si hubiera en Sodoma cincuenta justos, el Señor perdonará la ciudad por amor a ellos. El es el Juez justo, pero también es el Señor misericordioso que extiende gracia, favor y misericordia. El es quien hace diferencia entre el justo y  el injusto.
  • Abraham intercede con osadía y compasión por el pueblo de Sodoma. Desde los versos 28 hasta el 32 vemos literalmente a Abraham negociar con Dios por la cantidad de justos que podría haber en Sodoma. Abraham era negociante así que sabe de esto y empieza con 50 justos, luego va a 45, luego a 40, luego a 30, luego a 20, luego a 10. Lo hace con osadía, pero con humildad. Nunca cuestiona a Dios acerca del porque de sus actos, nunca increpa a Dios absolutamente nada. Solo ruega con humildad, pero con increíble audacia por una cada vez menor de justos en la ciudad. Se detiene cuando el Señor le asegura que aunque solo hubieran 10 justos en Sodoma, el Señor igual perdonaría la ciudad por amor a esos diez justos. Esto quiere decir que Abraham confiaba en que por lo menos Lot habría sido de influencia para algunas personas.

Es curioso ver a Dios responder con paciencia las frecuentes consultas de Abraham, como un padre paciente con su hijo pequeño. Aquí recién entendemos completamente la verdadera intención de este pasaje y de la visita del Señor a la tierra. Dios sabe que no habrá en Sodoma sino 4 justos. Dios sabe que juzgará la ciudad. Pero esto no se trata de Sodoma, sino se trata de como Dios está formando el corazón de Abraham. El que va a ser padre de multitudes debe tener un corazón muy grande, misericordioso, paciente, compasivo, diligente, amoroso y lleno de fe. Todo este pasaje trata de Dios sacando lo mejor de Abraham, llamándolo a ser mas responsable por su familia, haciéndole participe de los secretos del reino en intimidad con El, y despertando un corazón de compasión por un pueblo pecador si, pero aun un pueblo necesitado de Dios.

¿Qué aprendemos de este pasaje? Dios te llama a ser un buen hombre en Cristo; pero quiere aun llamarte a ser un gran hombre para la causa de Cristo. Te llama a ser un árbol grande y fuerte donde otros se pueden cobijar. Si has de ser de bendición, debes dejar de pensar, actuar y decidir como un niño. Debes empezar a pensar, sentir, decidir y actuar como un hombre, como un proveedor, como un guardador, como el rey de tu reino, un gobernante sabio, temeroso de Dios, justo, paciente, misericordioso, maduro, sensible, equilibrado, tierno, pero a la vez firme.

 

4. Aplicaciones para la vida

Este pasaje termina, pero no así el trato de Dios con Abraham. Al final, Dios sigue su obra, Sodoma es juzgada, pero Lot y su familia son salvados. Dios es el juez justo: no había ni diez justos en esa ciudad. Dios no perdonó a Sodoma, sino que la castigó; pero libró a los justos que había allí. El sigue siendo Juez y también a su vez es amoroso padre que cuida de los suyos. Sodoma fue castigada como ejemplo del juicio venidero de Dios sobre la humanidad incrédula. El apóstol Pedro dice:

y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio” (2 Pedro 2:6-9)

Oremos al Señor