Amados hermanos, en esta oportunidad quiero compartir con ustedes una pequeña anécdota que me sucedió hace poco, precisamente en estos días después de Año nuevo. Habíamos salido con mi familia a pasar un día en el campo, para descansar del ajetreo de diciembre, orar y recargar fuerzas para este nuevo año y por la gracia de Dios encontramos un bonito club campestre donde pasar el día. Desde que tenemos a nuestras hijas, nuestros paseos o vacaciones van condicionados a encontrar un lugar donde ellas puedan jugar y estar seguras; y este club tenia todo para ser perfecto, o bueno, casi todo: tenia piscina, muchos juegos infantiles limpios y en buen estado, comida muy agradable, no era caro, era un lugar aislado del ruido, muy pacifico, su señal Wifi no era tan buena, pero bueno por lo demás estaba muy bien. Mi hija mayor, Vania, desde que llegó no paró de jugar todo el día y una de las cosas mas asombrosas para mí fue verla trepar una rampa bastante alta para luego pasar por un túnel, correr por una plataforma y deslizarse por un tobogán doble tipo caracol. Yo me quedé helado la primera vez de verla porque ella nunca antes había hecho eso y vi con asombro lo que ningún padre quiere ver: que mi hija ya no me necesitaba como antes, que había crecido y que ahora era mas independiente. Hermanos, les confieso que sentí una mezcla de tristeza y alegría a la vez al ver a mi hijita y fue allí cuando el Espíritu Santo me habló al corazón, haciéndome entender que es el deseo de Dios que crezcamos, que avancemos y que empecemos a tomar los desafíos y retos de la madurez.

Y eso es justamente lo que quiero hoy compartirles a ustedes mis hermanos. No es lo mismo ser un infante espiritual, que requiere animo constante, que solo lee versos básicos y promesas, que viene a la iglesia a recibir del Señor, a un creyente que está madurando, que está creciendo y en un sentido ahora anima mas bien a otros, que escudriña la Palabra de Dios, que viene a la iglesia no sólo a recibir sino que viene a darle a Dios su adoración, su gratitud, su servicio, que asume responsabilidad y se esfuerza por cumplir el ministerio que Dios le ha dado. Hay una gran diferencia en esto y es la voluntad de Dios que este año podamos crecer y asumir los desafíos que el Señor pone por delante de nosotros.

Para entender mejor esto, por favor leamos la 2da epístola de Pedro, capitulo 3, versos 14 al 18:

Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén

Lo que vemos aquí hermanos es que, en un contexto de la inminente venida del Señor Jesucristo y el fin de todas las cosas, así como del aumento de la apostasía y el descalabro moral y teológico, los creyentes somos exhortados a esperar activamente la venida del Señor, viviendo en santidad, comprendiendo la Palabra del Señor y amando la sana doctrina, así como creciendo y madurando en el conocimiento y la gracia del Señor Jesucristo. Las circunstancias que nos rodean, el estado del mundo en el que nos encontramos no es obstáculo para nuestro crecimiento espiritual. Un hijo de Dios puede y debe crecer espiritualmente en cualquier lugar o situación en la que se encuentre.

Es tiempo de crecer en santidad (v. 14)

Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz

Es importante entender hermanos tanto el objetivo del apóstol Pedro al escribir su segunda carta, así como el contexto en el cual se encuentra el texto que estamos leyendo hoy. Pedro, y aun mejor, el Señor a través de él, nos habla en esta carta acerca del peligro de los falsos maestros que asolan la iglesia del Señor con sus falsas enseñanzas, así como la inminente venida del Señor. Estos falsos maestros habían tomado el hecho de la aparente demora en el juicio de Dios como una ocasión para dudar, tergiversar y torcer la enseñanza de la Palabra de Dios, distrayendo al pueblo de Dios de lo realmente importante y llevándolos a través de la desidia, la inmoralidad y el desdén por una vida piadosa y santa. Es en este contexto que Pedro nos habla de la importancia de la palabra profética mas segura, la Palabra de Dios, que es como un ancla firme que nos puede mantener seguros en la verdad del Señor, que puede mantener nuestras mentes sanas y nuestros corazones enfocados en lo que Dios ha revelado de su voluntad.

La revelación que Dios nos ha dado en su Palabra debe movernos a la acción. La aparente demora en la venida del Señor no se debe a alguna incapacidad de Dios para actuar, sino solamente a sus propósitos soberanos y santos. Tan cierto como Dios creó todas las cosas y las juzgó en una primera instancia a través del diluvio, así también Dios juzgará nuevamente este mundo, pero esta vez a través del fuego. A la luz de este hecho incontrovertible, seguro, cierto, inminente, los creyentes debemos procurar diligentemente vivir y ser hallados por el Señor en su venida en santidad, en paz, con ningún asunto por resolver, sino limpios, con una conciencia limpia, con un corazón limpio, con todas nuestras cuentas saldadas delante del Señor por medio del arrepentimiento, la confesión diaria de nuestros pecados y la retribución de ser necesario. Cada día debemos limpiar nuestras vidas delante del Señor para asegurarnos de que la Venida del Señor no nos tome por sorpresa.

El apóstol Pablo así enseñaba a los creyentes tesalonicenses:

Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No apaguéis al Espíritu. No menospreciéis las profecías. Examinadlo todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal. Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará” (1 Tesalonicenses 5:12-24)

Hay 4 asuntos en la Escritura que debemos tomar con diligencia:

  1. Guardemos con diligencia nuestras almas para amar al Señor (Josué 23:11)
  2. Procuremos con diligencia ser hallados por el Señor en su venida en paz y santidad (2 Pedro 3:14)
  3. Procuremos con diligencia presentarnos a Dios aprobados, como obreros que no tenemos de que avergonzarnos, porque usamos bien la palabra de verdad (2 Timoteo 2:15)
  4. Miremos con diligencia como andemos, no como necios, sino como sabios, entendiendo que la voluntad de Dios es que seamos llenos del Espíritu Santo (Efesios 5:15-20)

Estos asuntos cobran una relevancia especial a la luz del pronto retorno del Señor. Cuando Cristo venga, para los incrédulos será tiempo de juicio y destrucción; pero para los creyentes motivo de gozo y también de escrutinio, de evaluación, donde seremos evaluados y recompensados de acuerdo como vivimos, lo que hicimos, lo que predicamos, lo que crecimos en el tiempo que Dios nos dio en este cuerpo. Si realmente creemos que Cristo viene, debemos entender que El trae su galardón en su mano, para juzgar a cada uno conforme a sus obras. Es tiempo entonces de esforzarnos por vivir en paz con Dios y con los demás, para que la venida del Señor no nos tome desprevenidos.

Es tiempo de crecer en el entendimiento de los tiempos en los que vivimos (v. 15-16)

Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición

En esta segunda sección, el apóstol Pedro nos habla de que el espíritu de este mundo es uno que tuerce las Sagradas Escrituras para su propio beneficio. Es terrible ver la maldad del hombre que puede tomar algo santo como la Palabra de Dios y torcerlo para justificar su malvado proceder. Me faltaría el tiempo para enumerar las veces que se han cometido crímenes, genocidios, abusos y maldades en el nombre de Dios o tomando incluso algún pasaje de la Escritura y torciéndolo. Hubo hace no mucho tiempo un hombre, fallecido ya de un derrame cerebral, agravada por una cirrosis producto de su alcoholismo y abuso de drogas, que fundó la iglesia de Creciendo en Gracia. Este hombre predicó que el diablo ya no existía, ni el pecado; así como que el era Cristo, luego el anticristo y que el numero 666 no era el numero de la bestia, sino el numero del anticristo, y que el anticristo no era quien se oponía a Cristo, sino quien ocupaba su lugar. El enseñaba que los creyentes ya no debían seguir las enseñanzas del Jesús judío, sino debían seguir las enseñanzas de Pablo cuando dijo que si alguna vez conocimos a Jesús según la carne, ya no le conocemos así. Definitivamente este hombre es un ejemplo bastante ilustrativo de alguien que tuerce las Escrituras y fomenta un descalabro moral y teológico en base a ellos.

Así pues, lo que la Escritura nos exhorta es a comprender, a tener presente y a considerar los tiempos en los que vivimos. El apóstol Pedro nos habla con claridad del peligro de los falsos maestros que constantemente están atacando a la iglesia del Señor, confundiendo, enseñando falsas doctrinas, introduciendo el libertinaje y la falta de temor de Dios en las iglesias. Lo que los creyentes debemos hacer no solo es leer las Escrituras, sino comprender, crecer en entendimiento, en sabiduría y en una profundidad de comprensión de los tiempos en los que vivimos. Si en los tiempos de Pedro, la herejía de los falsos maestros ya era una realidad, ahora en estos tiempos es aun peor. Ahora es tiempo de salvación. Son tiempos en los que los hombres pueden ser salvos de sus pecados y de la condenación del infierno por la fe en el Hijo de Dios, Jesucristo. Son tiempos en los que la gracia y la misericordia del Señor nos ha brindado su Palabra, su Espíritu, dones espirituales para servirle, maestros y predicadores verdaderos de la Palabra por los cuales podemos crecer en conocimiento del Señor.

Uno de esos regalos de Dios a su pueblo fue el apóstol Pablo, un hombre que tenia un tremendo entendimiento y comprensión espiritual de los propósitos de Dios y que nos legó 13 de los 27 libros del Nuevo Testamento. No sabemos exactamente a que pasajes de los escritos de Pablo se refiere Pedro, pero el reconoce que algunos de sus escritos son difíciles de entender, lo cual es aprovechado por estos falsos maestros para torcerlos y enseñarlos de manera equivocada. Lo interesante es que Pedro dice que los falsos maestros no sólo tuercen los escritos difíciles de Pablo, sino las demás escrituras también, para su propia perdición. Sus torcidas enseñanzas hablan de bendición, prosperidad, de que podemos vivir inmoralmente sin tener temor de Dios, hablan solo de este mundo, de lo terrenal sin considerar que la necesidad mas grande del ser humano es la espiritual y que lo que Dios está reservando para nosotros en el mundo venidero no se puede comparar con lo que podamos disfrutar ahora. Sus enseñanzas quitan nuestras miradas del cielo y sólo las hacen enfocarse en este mundo de maldad. Sus enseñanzas nos hacen codiciar y anhelar solo los placeres de este mundo en vez de satisfacernos con Cristo. Ellos enseñan lo terrenal, lo mercantilista, lo que es popular del momento. Lo que Pablo, Pedro y todo verdadero servidor del Señor enseña es a Cristo y a este crucificado, para nuestra salvación, santificación y para la gloria del nombre del Señor.

Entonces, lo que Pedro está diciendo es que consideremos el tiempo en que vivimos. Si el Señor aun no vuelve por segunda vez no es porque no tenga el poder para hacerlo o que no vaya a cumplir su promesa. La única razón por la que aun Cristo no vuelve es porque Dios en su soberanía aun ha dispuesto un tiempo de gracia, de misericordia y una ventana de oportunidad para salvación, para que el hombre aun pueda clamar al nombre de Jesús y ser salvo. Es lo que Pablo también enseñaba:

“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:4-11)

Así pues, aprovechemos este tiempo porque aun hay oportunidad para salvación. Amigo, tu que aun no has doblado tus rodillas y has invocado el nombre de Jesús, no desprecies la oportunidad de salvación que Dios te ofrece. Hazlo hoy, porque quizás mañana ya no haya oportunidad. La época de la gracia y la misericordia se acabará y la puerta del perdón se cerrará. Cristo vuelve por segunda vez y cuando lo haga, vendrá a recompensar a sus santos y castigar a los malvados que rechazaron su evangelio una y otra vez. Una vez Pablo enseña:

Así, pues, nosotros, como colaboradores suyos, os exhortamos también a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Porque dice: En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido. He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación” (2 Corintios 6:1-2)

Entiende y comprende que HOY es el día de salvación para tu vida. No mañana, ni pasado. Hoy. Hoy es el día en que Dios te quiere perdonar tus pecados. Hoy es el día en el que Dios quiere darte la vida eterna y declararte justo por la fe en la sangre que su Hijo Único derramó en la cruz del calvario.

Es tiempo de crecer en el conocimiento y la gracia de Dios (v. 17-18)

Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén

En esta tercera y última sección, el apóstol Pedro nos exhorta a los creyentes a tomar el único remedio contra la apostasía, la desidia espiritual, el conformismo y el engaño del diablo en estos tiempos finales previos a la segunda venida del Señor: el crecimiento. Crecer constantemente en el Señor es la mejor manera de mantenernos protegidos contra el engaño de la apostasía presente ya en este mundo, contra la pereza espiritual, contra la desidia por las cosas de Dios y la indiferencia de este mundo que se ha olvidado de Dios.

El crecimiento es una de las características de los creyentes como podemos ver en el siguiente pasaje de los salmos:

El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia” (Salmos 92:12-15)

Asimismo, podemos ver que el crecimiento es algo normal en un ser vivo. Es decir, todo lo que está vivo tiende a crecer. Y si no estamos creciendo para lo bueno, estamos descendiendo y alejándonos cada vez mas de Dios. Quiero mencionar otros tres textos mas de la Escritura que nos exhortan a crecer y abundar en conocimiento del Señor, en amor, en conocimiento de su voluntad:

Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos” (1 Tesalonicenses 3:12-13)

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor” (1 Pedro 2:1-3)

Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:9-10)

Queda claro entonces hermanos que es la expresa voluntad de Dios que sus hijos crezcan. Crecer en el Señor no es opcional, es un mandato del Señor. En ese sentido entonces hermano déjame preguntarte:

  1. ¿Estas creciendo en tu tiempo devocional con Dios?
  2. ¿Estas creciendo en tus tiempos de oración al Señor?
  3. ¿Estas creciendo en tu carácter?
  4. ¿Estas creciendo en tu conocimiento de la Palabra de Dios?
  5. ¿Estas tomando algún curso bíblico, te has comprometido a crecer?
  6. ¿Estas creciendo en el uso de tus dones espirituales? ¿Estas sirviendo al Señor en algún ministerio?
  7. ¿Estas creciendo en tu conocimiento de la voluntad del Señor para tu vida?

Hermanos, los años que tenemos en este mundo son restringidos y se nos ha dado la vida para conocer a Dios y para crecer y ser de bendición. Eso demanda compromiso de tu parte, esfuerzo, diligencia, inversión de tiempo y tesoros. Muchas personas estarán dispuestas a gastar mucho dinero en un curso de especialización, una maestría, unas vacaciones, un celular de ultima generación, una salida al cine y otras cosas banales, pero no estarían dispuestas a gastar ni un sol en su preparación bíblica. ¿Cuándo has invertido el año pasado en tu preparación bíblica? ¿O eres de las personas que tienen que perseguirlas y casi obligarlas a que tomen un curso bíblico? ¿Te has conformado con tu discipulado y piensas que eso es suficiente para crecer espiritualmente? Tengamos mucho cuidado hermanos con la mediocridad espiritual, la cual es el espíritu de esta generación, que cantan mucho, que tienen muchos adelantos y bendiciones tecnológicas, que son expertos teólogos y consejeros por Facebook, que postean las frases y textos de moda, pero que no tienen un conocimiento sólido, sistemático, profundo de la Palabra de Dios, sino que picotean por aquí y por allá y su conocimiento doctrinal no es mas que un “frankestein” de conceptos tomados por aquí y por allá, sin una base solida ni profunda de la Palabra de Dios. Esto quiere decir que repetimos como loritos lo que otros dicen, sin tener real discernimiento si lo que repetimos es verdad o no.

Aplicación a la vida

Amados hermanos, culmino entonces con esta reflexión: Los creyentes debemos y podemos crecer en todo tiempo. Nunca debemos dejar de crecer, de aprender, de avanzar en nuestra comunión con el Señor y en nuestro servicio a Él. Mira al ejemplo perfecto de crecimiento:

Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52)

Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (Hebreos 5:7-9)

Nuestro Señor Jesucristo nos dejó ejemplo para que sigamos sus pisadas. El mismo, siendo Dios encarnado, como ser humano aprendió, creció, se esforzó en hacer la voluntad de su Padre Celestial, siendo obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Y el producto de su esfuerzo fue nuestra salvación. El precio que pagó nos dio vida a cada uno de nosotros. Sigamos las pisadas del Hijo de Dios, el capitán de nuestra salvación.

Oremos al Señor

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