Buenos días mis amados hermanos y hermanas. Hoy tengo el privilegio de compartir con ustedes la bendita Palabra del Señor en un día doblemente especial. Es especial porque es domingo Día del Señor, en el que celebramos como iglesia la resurrección de nuestro Salvador Jesucristo, pero también es especial porque hoy celebramos en muchas partes del mundo el conocido como Día de la madre. Más allá de su origen, lo que hacemos en este día es reconocer a las madres cristianas aquellas mujeres virtuosas que aman a sus esposos, enseñan a sus hijos la Palabra de Dios y cuidan de su hogar, pero también en general a todas las madres, en especial a aquellas que el día de hoy nos honran con su visita. Hoy queremos saludarles, reconocerles y bendecirles en el nombre de Jesucristo. Justo a este propósito hoy quiero compartir con ustedes la historia de una madre con la que seguro muchas estarán identificadas.
Se dice que no hay amor más grande que el de una madre y que el día que una mujer se convierte en madre deja de pensar en sí misma y su corazón se ensancha para amar a sus hijos. Bueno hoy vamos a ver la historia de una madre sufrida, una madre abnegada y una madre bendecida por Dios.
Para ello les pido por favor que leamos el evangelio de Lucas capítulo 7 versos 11 al 17
1. Dios conoce tu aflicción y quiere ayudarte (v. 11-12)
“Aconteció poco después que Jesús fue a una ciudad llamada Naín; y sus discípulos iban con El acompañado por una gran multitud. Y cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, he aquí, sacaban fuera a un muerto, hijo único de su madre, y ella era viuda; y un grupo numeroso de la ciudad estaba con ella”
Al inicio de esta historia tenemos que entender que el ministerio del Señor Jesus le había llevado a Capernaum donde había sanado al siervo de un centurión romano. En esta ciudad el Señor Jesus había quedado gratamente sorprendido por la fe del centurión que era aún mayor que la que Él había visto en todo Israel. Luego el relato bíblico nos dice que un poco después (literalmente en varios manuscritos dice “un día después”) Jesús fue hacia la ciudad de Naín una pequeña ciudad que se encontraba a varias horas de camino de Capernaum, así que esto significa que el Señor Jesus intencionalmente caminó toda la noche para poder llegar a Naín y dar el alcance a la mujer de la cual vamos a hablar hoy.
Lucas nos dice que Jesús llegó a Naín acompañado de sus discípulos y de una gran multitud que se encontraba sorprendida y deseosa de ver más milagros de la mano del Señor. Al llegar a las puertas de la ciudad vemos un cuadro bastante triste: un cortejo fúnebre. A quien estaban llevando era a un joven, un muchacho que en vida fue el único hijo que le quedaba a una mujer viuda. Es interesante que Lucas no nos detalla el nombre de la mujer, pero si podemos saber algunas cosas sobre ella:
- Era viuda lo que significa que en algún momento en el pasado perdió a su marido también.
- Tenía un solo hijo un muchacho que era su fuerza y a la cual obviamente se encontraba muy ligada. Este muchacho acababa de morir también.
- La Biblia nos habla acerca de dos tipos de personas que son considerados los más vulnerables y desprotegidos: los huérfanos y las viudas. Una mujer viuda y sin hijos en Israel estaba condenada a la mendicidad.
- Se dice pues que son los hijos los que deben enterrar a sus padres y no los padres a los hijos. Solo puedo imaginar el gran dolor que pasaba por el corazón de esta mujer al enfrentar una segunda perdida en su vida. El dolor de perder a su marido debió ser muy duro pero el de perder a su hijo debió ser devastador.
- Muy probablemente el esposo de esta mujer era alguien conocido dado que había un gran número de personas de la ciudad de Naín que le acompañaban en su dolor
Pero claro como quienes hemos enfrentado la muerte de un familiar sabemos el consuelo las palabras y la compañía de las personas ayuda, pero llega un punto en que ellos se van a seguir viviendo sus vidas y tú te quedas solo(a) a procesar tu dolor y enfrentar tu perdida. Este grupo de personas acompañarían a la mujer le ayudarían a enterrar a su hijo dirían palabras bonitas le darían palmadas en la espalda tal vez alguna ayuda económica, pero nada más. No pueden hacer nada más. El ser humano tiene limitaciones en lo que podemos decir y hacer.
Ella no lo sabía porque estaba obnubilada por su dolor, pero frente a ella se encontraba el Único que podía ayudarle verdaderamente. Lo más maravilloso de esta historia es que el Señor no solo podía ayudarle si no que quería hacerlo.
- Él viajó toda la noche a una ciudad desconocida donde una mujer desconocida sufría.
- Ella no lo pidió, pero Jesús estaba dispuesto a ayudarla.
- Ella no lo conocía, pero Jesus si la conocía bien
- Ella vio el final de su vida, pero Jesus vio una oportunidad de bendecirla
- Ella sufría intensamente y aunque muchos le acompañaban nadie podía entender verdaderamente su dolor. Jesus si podía entenderle completamente porque Él es Dios. El no solo conoce el dolor, pero Él se identificó y cargó con nuestro dolor.
2. Dios conoce tu aflicción y puede ayudarte (v. 13-15)
“Al verla, el Señor tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y Jesús dijo: Joven, a ti te digo: ¡Levántate! El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre”
Lucas nos dice que mientras ella lloraba detrás del cortejo fúnebre Cristo la vio. Ella no lo vio a Él. Ella estaba concentrada en su dolor. Sus ojos estaban puestos en el ataúd que contenía el cuerpo sin vida de su hijo amado. Ella no estaba mirando nada más. Pero fue Cristo quien la vio. El la buscó. Y cuando la vio tuvo compasión de ella. La compasión como definición es “el sentimiento de tristeza que produce el ver padecer a alguien y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo”. La compasión y la misericordia son características del corazón de Dios.
La Palabra de Dios enseña que los hijos son bendición de Dios, así que la perdida de ellas o alguna otra desgracia se consideraba un castigo divino. La mentalidad judía atribuía las perdidas las enfermedades y toda calamidad a un juicio de Dios por el pecado, así que de alguna manera no faltaría quien pensara que esta mujer estaba recibiendo algún tipo de retribución. Pero Dios no lo veía así. Dios tuvo compasión de esta mujer. El conoce que vivimos en un mundo caído afectado por el pecado en el que muchas veces el inocente sufre o experimentamos el efecto del pecado de otros.
Cristo no solo sintió dolor por el sufrimiento de la mujer. Esto lo también lo sentía los muchos que la acompañaban rumbo al entierro. Él le habló y le dijo: “No llores”. A nadie se le ocurriría decirle eso a una persona que sufre. La mayoría diríamos: “Ven llora todo lo que necesites desahógate”. “Aquí estoy para brindarte mi hombro y compañía porque eso es todo lo que puedo hacer, pero llora saca todo lo que tienes adentro”. Pero no. Cristo no hizo eso. Él le dijo literalmente “mujer ya no llores”. La historia para ella está a punto de cambiar y ya no tendrá necesidad de llorar. El hombre no puede cambiar las desgracias que vivimos, pero Dios sí.
- Cristo la vio cuando ella solo miraba a la muerte
- Cristo se le acercó cuando ella solo caminaba rumbo a enterrar a su hijo
- Cristo le habló con palabras de autoridad pidiéndole que ya no llore
- Cristo rompiendo todos los tabúes de esa época toco el féretro e hizo que los que cargaban el cuerpo del muchacho se detuvieran
- Ahora Cristo le habla al cuerpo del joven y le dice: Joven a ti te digo ¡Levántate!
Con esa palabra de autoridad y poder el cuerpo muerto inmediatamente volvió a la vida. Los tejidos dañados por la causa de la muerte fueron sanados. El cuerpo dañado ya por las horas sin vida fue restaurado totalmente. La vida regresó a ese cuerpo y el muchacho se levantó y comenzó a hablar. No sabemos que habría dicho. Para el seguramente fue como levantarse de un profundo sueño. Para su madre era literalmente volver a vivir. Para los demás era un milagro maravilloso. Para Dios era restaurar en parte lo que el pecado ha destruido y dañado.
Este relato es con toda probabilidad el primer milagro de resurrección que vemos registrado en el ministerio del Señor Jesus en el Nuevo Testamento. La muerte es la consecuencia del pecado. Es la paga del pecado. Dios no creó la muerte ni esta era parte de su diseño en el origen de todo. Cuando Adán y Eva pecaron trajeron sobre ellos y sobre todos sus descendientes la separación de Dios el pecado la enfermedad y la muerte. Cuando Cristo resucitó a este muchacho Él estaba reivindicando su poder sobre todas las cosas incluida la muerte y el pecado.
Finalmente, en el verso 15 Lucas nos dice que Jesus tomó al muchacho y se lo entregó a su madre. Ya no es una viuda abandonada y desvalida. Su único hijo regresó a la vida. Ella puede sonreír nuevamente y vivir para ver crecer a su hijo. No se nos dice nada más. Como quisiéramos haber estado allí para oír las palabras de la mujer o del muchacho o de los del pueblo. Pero Lucas deja el relato allí porque el énfasis de su narración es mostrarnos al Hijo de Dios como el Salvador de los necesitados y menesterosos. El Hijo del hombre vino a buscar y salvar lo que se había perdido.
3. Dios conoce tu aflicción y la cargó sobre si (v. 16-17)
“El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y: Dios ha visitado a su pueblo. Y este dicho que se decía de Él, se divulgó por toda Judea y por toda la región circunvecina”
Ahora teológicamente hablando ¿Qué significa que Cristo haya resucitado al hijo de la viuda de Naín? Si sabemos que la muerte es la paga del pecado y que todos los seres humanos incluido ese joven somos pecadores entonces ese muchacho pagó su pecado con su muerte ¿verdad? En parte si aunque una vida humana no alcanza para pagar la pena infinita por el pecado cometido ante un Dios infinito y santo. Pero Cristo interrumpió esto resucitando a este muchacho. ¿Qué pasó? Bueno la Palabra de Dios nos declara que Dios difirió el castigo del pecado de la humanidad y la depositó sobre su Hijo Jesucristo. El cargó con el pecado de todos nosotros. Y aunque Cristo en este momento del relato aún no había muerto El llevaría el pecado de la viuda del joven de todos los pobladores de Naín de sus discípulos de sus acompañantes de ti y de mí y de toda la humanidad.
Cristo le devolvió el único hijo un joven pecador a una viuda desamparada, pero Dios entregó a su Único Hijo amado y santo a la muerte por toda la humanidad. Esto también sucedió en el Antiguo Testamento cuando vemos a Abraham a punto de sacrificar a su hijo Isaac en el altar, pero Dios le detiene para que no lo haga y le provee un cordero para el sacrificio.
- Dios no permitió que Abraham tomara la vida de su hijo Isaac
- Dios no permitió que esta viuda perdiera a su único hijo
- Dios entregó a su Hijo a la muerte por todos nosotros
Ante esta preciosa verdad y maravilloso milagro dice Lucas que el temor se apoderó de todos los presentes y glorificaron a Dios:
- “Un gran profeta ha surgido entre nosotros” – Cristo como profeta trae la Palabra de Dios al pueblo y hacia milagros maravillosos. Podemos recordar a Eliseo y la sunamita (2 Reyes 4) donde esta mujer pierde a su hijo y Eliseo ora a Dios y el muchacho resucita
- “Dios ha visitado a su pueblo” – Esta declaración hace eco de las historias del Antiguo Testamento cuando el Señor hacia una incursión en medio de su pueblo para bendecirles
Pero como dicen los evangelios: Aquí hay uno mayor que Eliseo. Aquí vemos que Dios no solo ha visitado a su pueblo. Aquí vemos que Dios mismo ha descendido a la tierra se ha revestido de la humanidad da dones y bendiciones a los hombres, pero no de forma gratuita: El mismo cargará con los pecados de los hombres. La mujer viuda de Naín iba rumbo al entierro de su hijo, pero ahora va rumbo a casa a celebrar que su hijo muerto era, pero ahora vive. Todos los demás van a acompañarla en su alegría. Pero Cristo va rumbo a la muerte. El cargará el dolor la humillación la separación de Dios y la muerte por todos nosotros.
La mujer sentía el dolor por la pérdida de su hijo. Cristo enfrentará el dolor de la separación de Su Padre Celestial un dolor infinitamente mayor cuanto mayor era la comunión que ambas personas de la Trinidad experimentaron desde la eternidad pasada. Pero esta es la gloria del Salvador: El que vino a salvarnos de nuestros pecados y de nuestra inmundicia con el sacrificio de sí mismo.
¡Por supuesto que Cristo merece gloria! ¡Por supuesto que Cristo merece honra! Esto que sucedió se divulgó en toda Judea y en toda la región circunvecina, pero ha llegado hasta el día de hoy traspasando fronteras y épocas. Esta no es la historia de una madre que sufre. Esta es la historia del Salvador de los hijos de las madres de los padres de todo el mundo. El Salvador que venció a la muerte que venció al dolor y a la adversidad. El que cargó sobre sí mismo la vergüenza y la condena de todos y la bebió por todos hasta el sorbo final. Cristo murió, pero Cristo también resucitó. ¡Aleluya! Cristo resucitó lleno de gloria y de honra venciendo a la muerte para siempre y abriendo las puertas del cielo de par en par para que todo aquel que crea en El y en lo que Cristo hizo no se pierda, sino que tenga vida eterna.
4. Aplicaciones para la vida
En este día de la madre hoy quiero presentarte al Salvador que quiere y puede ayudarte. Él puede librarte del dolor y de la aflicción. El ser humano tiene límites en lo que puede hacer por ti pero Dios quiere bendecirte. Dios quiere darte vida y quiere ayudarte. El vino a buscarte y hoy viene a buscarte a través de su Palabra bendita predicada en esta mañana. Él quiere y tiene el poder para ayudarte. Él ya te ha ayudado muriendo en tu lugar en la cruz para que no te pierdas, sino que tengas vida eterna. Él ahora te llama. Te llama al arrepentimiento y a la salvación. En el nombre de Jesus te digo como si Dios mismo te estuviera hablando: Hoy reconcíliate con Dios. Abandona tu pecado y vuélvete al Salvador de tu alma. El que quiere y el que puede ayudarte. Ven a Cristo y confía en El y en lo que hizo por ti. Ora a Dios conmigo y entrega tu vida al Señor. Decide a partir de hoy obedecerle y seguirle todos los días de tu vida.
Oremos al Señor.