Y vino palabra de Jehová a Jeremías, diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Ve y di a los varones de Judá, y a los moradores de Jerusalén: ¿No aprenderéis a obedecer mis palabras? dice Jehová. Fue firme la palabra de Jonadab hijo de Recab, el cual mandó a sus hijos que no bebiesen vino, y no lo han bebido hasta hoy, por obedecer al mandamiento de su padre; y yo os he hablado a vosotros desde temprano y sin cesar, y no me habéis oído. Y envié a vosotros todos mis siervos los profetas, desde temprano y sin cesar, para deciros: Volveos ahora cada uno de vuestro mal camino, y enmendad vuestras obras, y no vayáis tras dioses ajenos para servirles, y viviréis en la tierra que di a vosotros y a vuestros padres; mas no inclinasteis vuestro oído, ni me oísteis. Ciertamente los hijos de Jonadab hijo de Recab tuvieron por firme el mandamiento que les dio su padre; pero este pueblo no me ha obedecido. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí traeré yo sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén todo el mal que contra ellos he hablado; porque les hablé, y no oyeron; los llamé, y no han respondido
(Jeremías 35:12-17)

En estos capítulos vemos un contraste marcado entre la obediencia que Dios espera y demanda de sus hijos y la desobediencia que tanto desagrada al Señor y que nos trae tantas desgracias y terribles consecuencias. En primer lugar, vemos la historia de los hijos de Jonadab, hijo de Recab, quienes obedecieron a su padre en vivir una vida nómade y no beber vino por sus generaciones y por ello recibieron la bendición de Dios y su favor. El profeta Jeremías invita a los recabitas a tonar vino pero ellos se niegan a hacerlo pues su padre hace varias generaciones se los prohibió. Estos recabitas han guardado el mandamiento de su padre de vivir nómades y no tomar vino, a pesar de que esto les era desfavorable en tiempos de escasez y donde lo mas seguro era vivir dentro de ciudades fortificadas. El Señor llama la atención al hecho de que estos hombres eran tan obedientes a su padre natural, pero el pueblo de Israel no quería obedecer los mandamientos de Dios. Aun podemos pensar en el propio Jeremías como un ejemplo de obediencia radical a Dios aun en tiempos difíciles. Su ministerio profético era difícil y poco el fruto que obtenía. Es mas, por causa de su fidelidad al mensaje de Dios este profeta era apresado y perseguido por los gobernantes malvados que querían acabar con él.

Y vino palabra de Jehová a Jeremías, después que el rey quemó el rollo, las palabras que Baruc había escrito de boca de Jeremías, diciendo: Vuelve a tomar otro rollo, y escribe en él todas las palabras primeras que estaban en el primer rollo que quemó Joacim rey de Judá. Y dirás a Joacim rey de Judá: Así ha dicho Jehová: Tú quemaste este rollo, diciendo: ¿Por qué escribiste en él, diciendo: De cierto vendrá el rey de Babilonia, y destruirá esta tierra, y hará que no queden en ella ni hombres ni animales? Por tanto, así ha dicho Jehová acerca de Joacim rey de Judá: No tendrá quien se siente sobre el trono de David; y su cuerpo será echado al calor del día y al hielo de la noche. Y castigaré su maldad en él, y en su descendencia y en sus siervos; y traeré sobre ellos, y sobre los moradores de Jerusalén y sobre los varones de Judá, todo el mal que les he anunciado y no escucharon. Y tomó Jeremías otro rollo y lo dio a Baruc hijo de Nerías escriba; y escribió en él de boca de Jeremías todas las palabras del libro que quemó en el fuego Joacim rey de Judá; y aun fueron añadidas sobre ellas muchas otras palabras semejantes
(Jeremías 36:27-32)

En contraste, vemos a los reyes Joacim y Sedequías quienes, al ser expuestos a la Palabra de Dios la rechazaron y no la quisieron obedecer. El propio rey Joacim quemó la Palabra de Dios apenas empezó a escuchar la exhortaciones del Señor. Ellos como representantes del pueblo arrastraron a todos los demás a una conducta de franca y abierta rebeldía contra el Señor y por ello condenaron a todo el pueblo a la disciplina y el juicio divinos por su desobediencia. Si los hijos de Jonadab pudieron obedecer las palabras de su padre ¿Por qué el pueblo de Dios no podía obedecer los mandamientos de Dios que el Señor enviaba una y otra vez por medio de sus siervos los profetas? Ciertamente los recabitas eran una exhortación viviente al pueblo de Israel por su desobediencia y dureza de corazón. Jeremías mismo como siervo de Dios ilustraba también una vida de obediencia y entera sumisión al Señor más allá de las consecuencias que su obediencia al Señor le trajeran. Los reyes de Judá siguieron en los caminos perversos de sus antecesores mostrando su abierta rebeldía contra la Palabra de Dios. Esto es especialmente dramático en estos dos reyes quienes fueron de los que vivieron los últimos años del reino de Judá en plena invasión de Babilonia y al borde de la ruina espiritual, moral y económica. En plenas circunstancias tan difíciles estos hombres no se humillaban para clamar a Dios sino que se endurecieron en su corazón para ser rebeldes al Señor.

La verdad de la Palabra de Dios es clara: por más que nos excusemos dando una y otra razón para no obedecer al Señor siempre habrá alguien que estando aun en condiciones más difíciles que nosotros obedece a Dios, es fiel y honra a su Padre Celestial. Personas que sufren de escasez económica o de alguna discapacidad física o que viven en lugares donde hay persecución al cristianismo o cualquier otra condición que haga muy duro seguir y servir al Señor obedecen a Dios en esas circunstancias. Sus vidas y ejemplos nos condenan a nosotros que con mayores bendiciones y facilidades no somos capaces de decidirnos a ser radicales en nuestra obediencia. Creo que el Señor permite esto para llamarnos la atención. La obediencia a Dios no está condicionada por las circunstancias que nos rodean: es un asunto del corazón. El que quiere obedecer a Dios va a encontrar la manera y la forma de obedecer y honrar a su Padre Celestial. ¿No es eso el amor? ¿No es muestra de nuestro amor por Dios que nos esforzamos para dar más de nosotros mismos con el fin de agradar a nuestro Padre Celestial? La obediencia no puede prosperar donde hay estrechez de corazón.

Oremos al Señor