En esta oportunidad quiero compartir contigo parte de la vida del rey Roboam y con ello mostrarte como el pecado nos puede engañar y llevarnos a vivir una vida “aceptable” y dejar de lado todo lo bueno que el Señor tiene para nosotros cuando obedecemos su Palabra. Varias veces vemos en las Sagradas Escrituras como las personas prefieren convivir con el pecado y sus consecuencias en vez de tomar una decisión firme que les lleve a un nuevo nivel de vida y de bendición Por ejemplo piensa en Faraón pidiendo a Moisés que les sea quitado las ranas que los agobiaban. Cuando Moisés le pregunta cuando desea ser librado de esa plaga el faraón le dice: “mañana”. Asimismo, podemos pensar en Lot sobrino de Abraham quien después de separarse de su tío fue a vivir a la ciudad pecadora de Sodoma y aun sabedor de que esa ciudad era malvada se quedó viviendo allí y no regresó donde su tío.

Mi propósito para este día de hoy es animarte a buscar a Dios y servir al Señor con todo nuestro ser. Cuando pecamos contra Dios debemos arrepentirnos de todo corazón. Si no lo hacemos podemos experimentar alguna paz y algún bien, pero estaremos perdiendo lo mejor que Dios tiene para sus hijos. Lo bueno puede ser enemigo de lo mejor.

Para ello leamos entonces la Palabra de Dios en el libro de 2 Crónicas capítulo 11 versos 16 en adelante:


No hay bendición cuando actuamos en nuestra carne (v. 11:16-23)

Aquellos de entre todas las tribus de Israel que habían resuelto en su corazón buscar al SEÑOR, Dios de Israel, los siguieron a Jerusalén para sacrificar al SEÑOR, Dios de sus padres. Y fortalecieron el reino de Judá y apoyaron a Roboam, hijo de Salomón, por tres años, pues anduvieron en el camino de David y de Salomón por tres años. Entonces Roboam tomó por mujer a Mahalat, hija de Jerimot, hijo de David y de Abihail, hija de Eliab, hijo de Isaí, y ella le dio hijos: Jeús, Semarías y Zaham. Después de ella tomó a Maaca, hija de Absalón, y ella le dio a Abías, Atai, Ziza y Selomit. Y amó Roboam a Maaca, hija de Absalón, más que a todas sus otras mujeres y concubinas. Porque había tomado dieciocho mujeres y sesenta concubinas, y engendró veintiocho hijos y sesenta hijas. Roboam puso a Abías, hijo de Maaca, por cabeza y jefe entre sus hermanos, porque quería hacerlo rey. Y obró sabiamente, y distribuyó a algunos de sus hijos por todos los territorios de Judá y de Benjamín, por todas las ciudades fortificadas, les dio alimento en abundancia, y les buscó muchas mujeres

Básicamente quiero darte un panorama para que tengas un contexto claro de que es lo que está sucediendo aquí. Roboam fue elegido por Salomón como su sucesor en el trono de Israel. El pueblo de Israel acudió donde el nuevo rey para pedir que sean aliviadas las cargas tributarias que había impuesto su padre durante su reinado. A pesar de que los consejeros ancianos y sabios de su padre le recomendaron que oiga a su pueblo este joven y necio rey oyó a sus jóvenes compañeros y le respondió agresivamente al pueblo de Dios. Debido a esto 10 tribus de Israel se separaron en rebeldía del linaje de David y dejaron a Roboam. Este rey solo pudo mantener 2 tribus en Israel.

Ahora Dios levantó a un joven llamado Jeroboam a quien prometió el reino de las 10 tribus de Israel como consecuencia del pecado de Salomón. El Señor le ofreció un trono estable si es que este hombre se mantenía fiel al Señor en obediencia a su Ley. Sin embargo, este hombre al ser requerido por el pueblo de Dios para que tome el trono de Israel después de que hubo consolidado su reinado se apartó de la Palabra de Dios. Sucede que el templo del Señor se encontraba en Jerusalén en los territorios de la tribu de Judá. Así que todo aquel israelita que quisiera adorar a Dios tenía que viajar hasta estos territorios para poder hacerlo. Entonces Jeroboam por temor a que el pueblo desertara y volviera con Roboam edificó becerros de oro lugares de adoración que el Señor no había establecido y levantó sacerdotes que no pertenecían a la tribu de Leví. Jeroboam fue tristemente conocido por ser de tremendo tropiezo para el pueblo de Israel llevando al pueblo de Dios a la apostasía y la idolatría.

Esta apostasía general en la que cayó el pueblo de Dios ocasionó que muchos abandonaran sus hogares y fueran a Judá para no apartarse del Señor. Esta migración fortaleció el reinado de Roboam y la Escritura nos dice que durante 3 años Roboam y las tribus sobre las que gobernaba juntos buscaron al Señor y anduvieron conforme la Palabra de Dios. Ahora más adelante confirmaremos que esto no provenía de un deseo genuino de buscar la voluntad de Dios sino más bien obedecía a una motivación desesperada de Roboam de fortalecerse en su reinado. Es más, la Biblia nos dice que Roboam en vez de profundizar en su relación con Dios y buscar la voluntad de Dios al respecto actuó en su carne:

  1. Tomó 18 mujeres y 70 concubinas. A pesar de que esta fue la razón de la caída de su padre Salomón este rey cometió el mismo error
  2. Engendró 28 hijos y 60 hijas. Aquí entendemos porque tuvo tantas mujeres. A pesar de que él sabía lo que había pasado con su padre su motivación era extender su nombre a través de varios hijos para que en caso de rebelión tuviera bastante descendencia que perdure su nombre.
  3. Dispersó a sus hijos por todo el territorio de Judá y Benjamín dándoles abundantes recursos y mujeres para que sigan extendiendo su nombre.
  4. Escogió a Abías como su sucesor

Queda claro que la motivación de Roboam era carnal. Él quería fortalecer su reinado no con la bendición de Dios sino con sus propios esfuerzos. Esto nos enseña algo muy claro: cuando nos esforzamos en nuestras propias fuerzas podemos obtener algo bueno, pero definitivamente dejamos de lado la bendición que Dios nos quiere dar.

No hay bendición cuando nos apartamos de Dios (v. 12:1-6)

Cuando el reino de Roboam se había afianzado y fortalecido, él abandonó la ley del SEÑOR y todo Israel con él. Y sucedió que en el año quinto del rey Roboam, debido a que ellos habían sido infieles al SEÑOR, Sisac, rey de Egipto, subió contra Jerusalén con mil doscientos carros y sesenta mil hombres de a caballo. Y era innumerable el pueblo que vino con él de Egipto: libios, suquienos y etíopes. Y tomó las ciudades fortificadas de Judá y llegó hasta Jerusalén. Entonces el profeta Semaías vino a Roboam y a los príncipes de Judá que se habían reunido en Jerusalén por causa de Sisac, y les dijo: Así dice el SEÑOR: «Vosotros me habéis abandonado, por eso también yo os abandono en manos de Sisac.» Y los príncipes de Israel y el rey se humillaron y dijeron: Justo es el SEÑOR

Aquí vemos que la piedad le duró a Roboam solo 3 años. Al igual que Jeroboam que apenas se fortaleció en su reino abandonó la Palabra de Dios Roboam apenas se fortaleció en su reinado también le dio la espalda a la Palabra de Dios y lo que es peor es que arrastró al pueblo en su idolatría y desobediencia. Esto nos confirma que la motivación que tenía Roboam buscar a Dios no era sincera sino interesada: solo buscó a Dios mientras se encontraba en necesidad. En cuanto percibió que ya no “necesitaba” a Dios inmediatamente se levantó en su orgullo y autosuficiencia la cual había manifestado desde su juventud.

Su rebeldía no quedó invisible para el Señor. Dios trajo disciplina sobre el pueblo de Dios trayendo a Sisac rey de Egipto. Este rey subió contra Jerusalén con 1200 carros de guerra y 60 mil hombres a caballo además de un ejército innumerable de libios suquienos y etíopes que marchaban bajo las ordenes de Sisac. El verso 9 de este capítulo nos dice que Sisac y su ejército llegaron a Jerusalén y tomaron la ciudad. Llegaron al templo del Señor y se llevaron los tesoros que habían consagrado David y su hijo Salomón. Hasta los escudos de oro del templo se llevaron. No había pasado demasiado tiempo desde que se edificó y consagró el hermoso templo del Señor y ya estaba siendo profanado a causa de la desobediencia del pueblo de Israel.

Dios mismo envió un profeta llamado Semaías quien denunció el pecado de Israel y las consecuencias de su pecado: “Vosotros me habéis abandonado, por eso también yo os abandono en manos de Sisac”. Lo que estaba sucediendo no era producto de la mala suerte o el infortunio. Era la consecuencia de la desobediencia a Dios. Ante la verdad de Dios que había descubierto los corazones de Roboam y su pueblo dice la Palabra de Dios que el rey y sus príncipes se humillaron y dijeron: Justo es el Señor. Reconocieron y aceptaron su culpa y la disciplina de Dios. Entendieron que su pecado era el que les había llevado a esta condición y declararon la justicia de Dios en obrar disciplinando a su pueblo desobediente.

Si lo consideramos esto no era necesario. No era necesario que Roboam y el pueblo de Dios tuvieran que enfrentar las duras consecuencias del pecado. No es necesario que tu ni yo tengamos que probar el amargo sabor del fracaso que viene como consecuencia del pecado. Aprendamos de la Palabra de Dios y de la exhortación de las Escrituras para ser sabios y alejarnos del pecado.

No hay bendición cuando no nos arrepentimos totalmente (v. 12:7-12)

Cuando el SEÑOR vio que se habían humillado, vino la palabra del SEÑOR a Semaías, diciendo: Se han humillado; no los destruiré, sino que les concederé cierta libertad y mi furor no se derramará sobre Jerusalén por medio de Sisac. Pero serán sus siervos para que aprendan la diferencia entre servirme a mí y servir a los reinos de los países. Subió, pues, Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén y tomó los tesoros de la casa del SEÑOR y los tesoros del palacio del rey. De todo se apoderó, tomó hasta los escudos de oro que había hecho Salomón. Entonces el rey Roboam hizo en su lugar escudos de bronce, y los entregó al cuidado de los jefes de la guardia que custodiaban la entrada de la casa del rey. Y sucedía que cuando el rey entraba en la casa del SEÑOR, venían los de la guardia y los llevaban, y después los devolvían a la sala de los de la guardia. Cuando él se humilló, la ira del SEÑOR se apartó de él para no destruirlo totalmente; además las cosas mejoraron en Judá

Al ver que el pueblo de Dios se había humillado como consecuencia de la disciplina el Señor decidió no destruir por completo al pueblo de Dios, sino que les concedería cierta libertad en medio de la disciplina que Dios había traído a su pueblo por medio de Sisac rey de Egipto. El pueblo de Israel no sería destruido, pero si serian siervos de Egipto. Como Israel había decidido salirse de la sumisión al señorío de Dios ahora serian esclavos de un amo terrible: el rey de Egipto. Por eso el Señor señaló que “serán siervos de Sisac para que aprendan la diferencia entre servirme a mí y servir a los reinos de los paises”. Hay una gran diferencia entre servir a Dios y disfrutar de su amor y sus bendiciones dado que sus mandamientos no son gravosos a servir a los dioses falsos de las naciones paganas. Así que en teoría era el pueblo de Dios, pero no estaban bajo la sujeción y la bendición de Dios. Por el contrario, estaban ahora experimentando lo que significa estar fuera de la protección y provisión del Señor.

Otra cosa que notamos es la actitud pasiva ante el pecado y sus consecuencias que podemos ver en el rey Roboam. Ya sabemos que el rey Sisac se llevó todos los tesoros de la casa de Dios y aun los escudos de oro que había fabricado el rey Salomón. Ahora lo que la Palabra nos dice es que el rey Roboam se hizo unos escudos de bronce un material muy inferior al oro para que reemplazara a los escudos robados por los egipcios. Ahora esto no es todo, sino que la Biblia nos dice que esos escudos de bronce no quedaban en el templo del Señor, sino que el jefe de la guardia los guardaba en la sala de los soldados guardianes. Solo se sacaban e instalaban en su lugar cuando el rey entraba al templo a adorar.

Ahora esta actitud de Roboam evidencia lo siguiente:

  1. Roboam había perdido muchas bendiciones por eso ya no podía construir escudos de oro, sino que tenía que hacerlos de bronce.
  2. Roboam tenía miedo de una nueva incursión de los egipcios por eso guardaba los escudos de bronce a pesar de que era un material considerablemente inferior al oro
  3. Los soldados colocaban los escudos cada vez que el rey entraba en el templo de Dios para dar una sensación de falsa seguridad y bienestar pero que no era real. Los escudos no eran permanentes y no eran los escudos de oro originales
  4. Estos escudos no se dejaron en el templo del Señor consagrados a Él, sino que fueron construidos para acallar la conciencia del rey
  5. Tenía un enfoque equivocado. No interesaba el material de los escudos si el corazón de Roboam no era perfecto para con el Señor.

Es triste como el pecado nos engaña y nos hace creer una ilusión de prosperidad, libertad y paz. El pecado nos ofrece placer momentáneo y nos hace creer que somos libres, que nos podemos salir con nuestra voluntad y que podemos vivir tal y como se nos place sin sufrir consecuencias. Roboam perdió los escudos de oro del templo del Señor por su pecado. En vez de arrodillarse a orar y pedir perdón a Dios, se construyó unos escudos de bronce que eran puestos cuando el entraba al templo a adorar y se quitaban cuando se iba del templo. Estos escudos no estaban consagrados a Dios, sino que estaban destinados a calmar la conciencia del rey. ¿Cuántas veces no nos construimos “remedos” de las bendiciones de Dios para acallar nuestra conciencia? ¿Cuántas veces no caminamos engañados por el pecado, disfrutando las baratijas y voluntariamente ignorando que Dios tiene algo muchísimo mejor para quienes hacen su voluntad? Cuidado porque el pecado nos engaña para creer que lo “aceptable” es mejor que la voluntad perfecta de Dios.

Aplicaciones para la vida

  • No nos dejemos engañar por el pecado. El pecado destruye a la larga y nos aleja de la comunión con Dios.
  • Perdemos la bendición de Dios cuando actuamos en nuestra carne en vez de obedecer a Dios
  • Perdemos la bendición cuando nos apartamos de Dios y de la obediencia a su Palabra
  • Perdemos la bendición cuando no nos arrepentimos totalmente. Cuando no somos decididos en nuestra devoción a Dios entonces nos conformaremos con lo “bueno” y desecharemos lo mejor que Dios tiene para nosotros.
  • El pecado nos engaña para no experimentar la vida plena que Dios tiene para nosotros
  • La Palabra de Dios es la verdad. En ella podemos aprender que si bien es cierto el Señor nos da una nueva oportunidad en Cristo Jesus debemos ser fieles y decididos en nuestra búsqueda de Dios.
  • Oremos al Señor.