La madurez espiritual es tanto un proceso como un estado al que deben llegar los creyentes en su caminar cristiano. Esta íntimamente ligada a la santificación, y al igual que esta, aunque podemos decir que un cristiano es maduro, siempre habrán mayores aspectos de la madurez que se pueden alcanzar. Un creyente no madura de la noche a la mañana, ni se puede forzar el proceso de madurez. Algunos estudiosos dicen que recién después de los 3 años se pueden tener cierta certeza de que un creyente no se volverá a atrás de su fe, y aunque no podemos hace doctrina de esos resultados, si podemos estar de acuerdo que el paso del tiempo, las pruebas, las circunstancias a las que tiene que enfrentarse un cristiano pondrán a prueba la validez de su fe y serán parte de su madurez y crecimiento espiritual.

Proceso de la madurez espiritual

En las culturas judía, griega y romana, el paso de la infancia a la adultez estaba bien definido. En la cultura judía, al cumplir los doce años, el niño pasaba a convertirse en un “Hijo de la Ley”; es decir reconocido como un adulto con todos los privilegios, derechos y deberes de tal. Su padre le reconocía como tal y la responsabilidad de su vida era transferida al hijo mismo y a su devoción personal a Dios. En la cultura griega, los padres cuidaban de los niños hasta los 18 años, edad en que se convertían en “efebos” (jóvenes) y empezaban, luego de dos años de supervisión estatal, su vida adulta reconocida. De la misma manera, en la cultura romana, entre los 14 y 17 años de un niño, se celebraba la liberalia, ceremonia donde se le quitaba la toga praetexta y se le colocaba la toga virilis, que era la ropa que usaban los adultos, siendo reconocidos como tales a partir de ese momento.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, mas cuando ya fui hombre hecho, dejé lo que era de niño” (1 Corintios 13:11)

Vemos pues que el paso de la infancia a la adultez esta bien definido; era un evento, la culminación de un proceso de madurez física, emocional e intelectual en las personas. El apóstol Pablo en 1 Corintios 13:11 nos dice que hubo un tiempo en que el hablaba, pensaba y juzgaba como niño; pero cuando creció, maduró: eso implicaba un cambio, dejó lo que era de niño para comportarse de la manera que correspondía a su edad y vivencia. Ese cambio, ese paso de niño a adulto, con todas sus implicancias, es lo que llamamos madurez. La madurez espiritual involucra entonces rasgos definidos de expresión, pensamientos y comportamiento que no son los mismos que teníamos en nuestra niñez (inmadurez), y se caracteriza por el abandono de la dependencia de otros para nuestro sustento y la aceptación de la responsabilidad espiritual de nuestra propia vida delante del Señor. En otras palabras, el creyente que ha madurado espiritualmente entiende que su vida espiritual es su responsabilidad personal, con todas sus implicancias para la vida misma y quienes lo rodean. Entiende que tiene que dar cuentas delante de Dios de lo que dice, piensa y hace, de sus talentos, de su servicio, de todo en general. Asume la responsabilidad de su crecimiento y se enfoca en ello como buen discípulo de su Señor. Su prioridad máxima es asemejarse a El, obedecerle y basar su vida en a obediencia a la Palabra de Dios.

Asumir la responsabilidad por la vida espiritual es el inicio de la madurez

3 marcas de la inmadurez espiritual

Marca 1: Poco conocimiento y uso de la Palabra de Dios

Y todo el que participa de la leche es inhábil en la palabra de la justicia, porque es niño; mas el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal” (Hebreos 5:13-14)

Un creyente que tiene poco conocimiento de la Palabra de Dios no tiene su mente renovada por ella: sigue pensando según los patrones del mundo y decidiendo en base a lo que el considera que es lo mejor o lo que la sociedad piensa que es lo mejor, no lo que la Biblia dice que es la verdad. Quien decide permanecer en esa ignorancia no puede crecer y madurar espiritualmente. Conocer la Palabra de Dios y basar nuestra vida y decisiones en función a lo que ella nos dice es la base de la madurez espiritual.

Marca 2: Bajo entendimiento de la gracia y un sobre énfasis en la Ley

Además digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del siervo, aunque es señor de todo; mas está bajo tutores y mayordomos hasta el tiempo señalado por el padre. Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo” (Gálatas 4:1-3)

Al no conocer la Palabra de Dios a profundidad y entender el plan de Dios para la humanidad y para nuestras vidas, no puedo conocer de la gracia de Dios que me ha sido dado por la muerte y resurrección del Señor Jesucristo. Sigo viviendo en la Ley, pensando que tengo que hacer cosas para ganarme el favor de Dios, o que Dios me ama mas si soy mas obediente. Desconocer la gracia de Dios es no vivir la vida cristiana a plenitud. Nos lleva a la esclavitud del legalismo o al engaño del libertinaje.

Marca 3: Manifestación de los frutos de la carne en vez del fruto del Espíritu

De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no carne; porque aún no podíais digerirla, ni aún ahora podéis; porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, y contiendas, y divisiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque cuando uno dice: Yo soy de Pablo; y otro: Yo de Apolos; ¿no sois carnales?”    (1 Corintios 3: 1-4)

Dado que sin el alimento de la Palabra de Dios no hay crecimiento ni renovación, el fruto del Espíritu Santo en nuestra vida no se puede desarrollar ni manifestar. Todo lo contrario, los frutos de la carne (celos, envidias, contiendas, inmoralidades sexuales, etc.) se manifiestan en lo que hablamos, pensamos y hacemos (recuerda la madurez se manifiesta en esos tres ámbitos: lo que hay en nuestro corazón, lo que hay en nuestra mente y lo que hacemos).

La madurez espiritual esta intimamente ligada a nuestro conocimiento y obediencia a la Palabra de Dios

Aplicaciones en la vida diaria

1. Al momento de escoger una pareja

No puedo escoger como compañera(o) para toda la vida a una persona que aun no ha madurado espiritualmente, ni puedo ser yo tan negligente como para pretender buscar pareja si no he madurado espiritualmente aun. ¿Las razones? las arriba expuestas. Si aun así, deseas casarte con una persona que NO conoce la Palabra de Dios, que NO entiende la gracia de Dios y que NO manifiesta el fruto del Espíritu Santo, lo puedes hacer, pero los problemas estarán asegurados en tu futuro. Tu decides.

2. Al momento de considerar una responsabilidad de liderazgo en la iglesia

La Biblia dice claramente que no se debe considerar para el liderazgo a un neófito (1 Timoteo 3:6). No se puede porque puede caer en el engaño del diablo (orgullo: fruto de la carne); además no conoce la Palabra de Dios ¿que va a enseñar?, y encima no ha sido transformado aun por la Verdad ¿que ejemplo puede dar?. Mas claro ni el agua.

3. Al momento de hacer negocios

¿Como anduvieran dos juntos si no estuvieren de acuerdo? (Amos 3:3). ¿Como puedo hacer negocios con alguien que no entiende el diezmo y la ofrenda como adoración a Dios? No puedo establecer una relación así con una persona que aun no tiene al Señor como primera y principal prioridad en su vida. La Biblia dice que el amor al dinero es la raíz de todos los males y muchos han caído en ella (1 Timoteo 6:10). Una persona inmadura espiritualmente es especialmente sensible y proclive a caer en estas situaciones.

4. Un incentivo para el discipulado

El apóstol Pablo tenia como meta de su ministerio “presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre” (Colosenses 1:28). Cuando habla de perfección, habla de madurez, de crecimiento espiritual. Pablo anhelaba ver cristianos maduros en la fe y por ello trabajaba “según su poder, el cual obraba poderosamente en el” (verso 29). ¿Que nos espera a nosotros? Imitarle y servir a Dios discipulando nuevos creyentes para que sean maduros en la fe.


¿Queremos ser esclavos del pecado o vivir en la libertad del Espiritu Santo?

¿Queremos ser esclavos del pecado o vivir en la libertad del Espíritu Santo? Dicha libertad se vive cuando iniciamos el camino de la madurez espiritual, reconociendo que somos responsables delante de Dios por nosotros mismos que tenemos TODAS las herramientas para nuestro crecimiento espiritual.

Mas creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A Él sea gloria ahora y para siempre. Amén”         (2 Pedro 3:18)

Ya se nos ha dado la orden: solo tenemos que obedecer. Profundicemos en la Palabra de Dios, busquemos obedecerla siempre y poco a poco, paso a paso iremos madurando a la imagen de nuestro Señor. La madurez no se puede forzar, no se logra de inmediato, porque esta ligada a como el Espíritu Santo obra en nosotros por medio de su Palabra, la cual va limpiando nuestra mente y corazón para que seamos conscientes de la obra del Señor Jesús en nosotros y de la maravillosa gracia de Dios para con quienes hemos creído.

Amen!